Teología e Historia, Volumen 5, Año 2007, pp. 27-35 ISSN 1667-3735
[Publicado en Reflexión Bautista (Buenos Aires) Año 6, N° 31: páginas 4-5, 2008]
¿Por qué este artículo?
En primer lugar, porque los jóvenes de nuestras congregaciones —con segundad— consumen estas bebidas, y por lo tanto no están exentos de los riesgos asociados a las mismas. Luego, porque entendemos que la mejor prevención es que tengan acceso a la información confiable acerca de los efectos y las amenazas de estos productos para su salud, especialmente cuando se los consume en forma incorrecta.
El principal consumidor de las bebidas energizantes es la juventud, que las mezcla, con frecuencia, con otras, especialmente alcohólicas. Un tercio de las bebidas alcohólicas que se despachan cada noche en las barras de los boliches corresponde a este tipo de tragos y cuando se pide “fuego sagrado” o “hysteria”, el mensaje es “agregue a la BE la misma cantidad de vodka, champaña”; en otros casos las mezclas son con cointreau, pisco o whisky. Los dos tercios restantes corresponden a cerveza y otros diversos tragos. Se sabe también que las BE se beben junto a pastillas con otras drogas (por ejemplo, anfetaminas).
Por lo expuesto nos pareció importante advertir acerca de las propiedades de estas bebidas, que se están imponiendo en el marco de nuevas prácticas sociales y culturales generando preocupación entre médicos y nutricionistas. Nuestra intención es dar a conocer, de la manera más simple posible, algunos aspectos referentes a las BE poco conocidos o difundidos.
Es interesante destacar que el público consumidor, en general, está constituido mayormente por el nocturno, aunque también se recomienda a estudiantes (secundarios y universitarios), ejecutivos y deportistas, entre 20 y 35 años de edad. Para algunos el consumo de BE se asoma como una novedosa automedicación legal más.
En un año, entre 2006 y 2007 las ventas de bebidas energizantes aumentaron en no menos del 85 %; las estadísticas señalan que en las cadenas de supermercados el incremento en el mismo lapso se duplicó. Ningún otro producto tuvo semejante crecimiento. Entre las importadas y las producidas localmente, existen en el mercado argentino cerca de veinte marcas de bebidas energizantes que mueven aproximadamente 50 millones de pesos.
Las bebidas energizantes irrumpieron en Argentina el año 2001; en el mercado internacional se registra su presencia por más de una década. Los países donde más se consumen son Inglaterra, Alemania, España y Austria, en los que no hay restricciones a su venta. Cuando hay limitaciones, el consumo disminuye; es el caso de Francia, Dinamarca y Noruega (donde pueden adquirirse sólo en farmacias por considerarlos en la categoría de medicamento)[1].
En nuestro país, estas bebidas están disponibles en forma prácticamente irrestricta, en casi cualquier lugar —estaciones de servicio, quioscos, supermercados, comercios barriales, etc.—, al lado de refrescos, jugos, gaseosas y bebidas para deportistas. En fecha reciente, en algunas Provincias de nuestro país se han dictado normas regulatorias restrictivas para su consumo[2].
¿Estimulantes o energizantes?
Como dijimos, estos productos son de venta libre, pero encuadrados, desde el año 2005, por Disposición N2 3634 de la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) como suplementos dietarios (bebidas no alcohólicas que incluyen en su composición algunos ingredientes específicos acompañados de azúcares, vitaminas y/o minerales u otros autorizados, en cantidades máximas muy precisas). En la misma Disposición se reglamenta lo referido a los rótulos de estas bebidas que deberán contener precisiones tales como “el consumo con alcohol es nocivo para la salud” en letras que contrasten con los colores del fondo; además, “la publicidad no debe presentarlos como productoras de bienestar o salud, su consumo no debe vincularse con ideas o imágenes de mayor éxito en la vida afectiva y/o sexual o en actividades deportivas, o hacer exaltación de prestigio social, virilidad o femineidad”.
Como se aprecia en el texto precedente, el Organismo regulador interviniente realizó una serie de advertencias con un objetivo muy claro: advertir a los usuarios que las BE no son seguras ni beneficiosas para la salud.
Da denominación energizantes es la base de su promoción comercial, como mezclas que aumentan la resistencia física, ayudan a la provisión de respuestas rápidas, elevan la concentración mental, aumentan el estado de alerta (con disminución de las horas de sueño), proporcionan sensación de bienestar, estimulan el metabolismo y ayudan a eliminar sustancias nocivas para el organismo.
Sin embargo, es importante aclarar de entrada que la composición química de estos productos corresponde, en realidad, como lo sugirió la Organización Mundial de la Salud, a una bebida estimulante, esto es, con efectos farmacológicos; esa estimulación es doble, física y mental. Se trata de productos de bajo valor energético. Un producto de valor energético debería clasificarse como alimento; en este caso se trata de productos cuyo valor energético es moderado (unas 45 Kcalorías por cada 100 cc). Si el producto supera ese nivel de calorías, la ANMAT exige que la etiqueta consigne la leyenda “alto en energía”.
El Comité Científico de Alimentos de la Comunidad Europea clasificó en 2003 a los consumidores de BE, según la cantidad promedio de latas
(de 250 cc) que beben por día, en tres categorías: bebedor crónico: media lata; crónico alto, poco menos que una y media (350 cc), y agudo, tres; en nuestro país hay antecedentes de consumidores que beben el doble de esa cantidad (6 latas por día)[3].
Ingredientes y efectos de las bebidas “energizantes”
Estas bebidas tienen una composición característica. Entran en sus fórmulas sustancias que son inocuas en sí mismas (cuando se ingieren en cantidades “normales”). Junto a ellas se encuentran otras que tienen efectos farmacológicos sobre diversos sistemas fisiológicos del organismo pudiendo provocar en ellos algunas perturbaciones importantes (e indeseadas).
Contienen elevadas cantidades (unos 30 gramos por lata de 250 cc) de una mezcla de azúcares (o carbohidratos) como fructosa, galactosa, sacarosa, dextrosa, glucosa, maltodextrinas y ribosa; este último es parte del material genético y punto clave en el metabolismo energético de las células. Estos azúcares, por su cantidad y por su naturaleza química, interfieren, por ejemplo, en la dinámica de vaciamiento del estómago y en su absorción desde el intestino a la sangre; si la bebida del producto es rápida, pueden presentarse efectos similares a los provocados por los laxantes.
También tienen vitaminas como las del complejo B (B1 B2, B3, B12), y también otras (C, E); si quien consume la bebida tiene una dieta balanceada correctamente (considerando su edad, sexo, actividad física, etc.), estas vitaminas no le ofrecerán beneficios extra.
Aunque no se dispone de evidencias de que mejore el rendimiento físico, ayude a perder peso o a disminuir la grasa corporal, las BE tienen en su fórmula un aminoácido llamado carnitina que es esencial en el metabolismo de los ácidos grasos. Las demandas de carnitina de un adulto se satisfacen con el aporte de una dieta equilibrada, siendo sus fuentes naturales la carne y los lácteos.
Otro aminoácido que también se incluye en las formulaciones de las BE es la taurina, que se encuentra en carnes rojas y productos pesqueros, en cantidades suficientes para cubrir los requerimientos nutricionales de un adulto. Está involucrado en el metabolismo de ácidos biliares así como también en otras funciones fisiológicas; esta misma sustancia forma parte de preparaciones destinadas al tratamiento de desórdenes de la nutrición en niños de bajo peso y de las utilizadas en casos de desórdenes metabólicos y cardiovasculares; en este último caso se atribuye a la taurina la propiedad de aumentar la contractilidad cardiaca. El contenido de dos latas de BE puede equivaler a unas 5-7 veces más taurina que el requerimiento diario de un adulto. Además, la taurina puede exacerbar los efectos del alcohol.
Las bebidas energizantes contienen también importantes cantidades de una sustancia psicoactiva muy conocida: la cafeína, Se la encuentra en las bebidas cola, el calé, mate, té, cacao y en alimentos como los chocolates. Es una sustancia sin valor nutricional. Es un estimulante que el Comité Olímpico Internacional no incluye en su lista de sustancias prohibidas para su control en los atletas de los próximos juegos Olímpicos (en agosto de 2008)[4] aunque está previsto su monitoreo durante el desarrollo de las competencias.
Si bien la literatura acerca de sus efectos adversos cuando se lo consume en exceso es más que abundante y concluyente, aquí podemos señalar que puede producir excitación psicomotriz, temblores, insomnio, exacerbación de la irritabilidad, vértigo, cefaleas, náuseas, vómitos, taquicardia, palpitaciones, arritmias y aumento de la frecuencia urinaria.
Una taza de té (180 cc) puede contener 50 miligramos de cafeína; una bebida cola de 250 cc, 20 a 40 y el mismo volumen de una bebida energizante (en nuestro país) no más de 50 miligramos (= 20 miligramos por 100 cc)[5], [6].
A propósito de la cafeína hay que mencionar que hay energizantes que también contienen extracto de semillas de guaraná, un arbusto nativo del Amazonas, utilizado como planta medicinal, que entre sus principios activos se encuentran elevadas cantidades de cafeína y de otros estimulantes como la teobromina. Se lo ha utilizado como estimulante y supresor del apetito, para combatir la fatiga, pudiendo producir insomnio, temblores, ansiedad, palpitaciones, aumento de la producción de orina e hiperactividad, todos síntomas atribuidos a su contenido de cafeína. En otras palabras, agregar guaraná a la fórmula es una manera económica de aumentar la cantidad de cafeína del producto. Algo parecido ocurre en las BE que tienen en su fórmula yerba mate, nuez de cola y ginseng, que también contienen sustancias con efectos similares a la cafeína.
Además de los mencionados, estas bebidas tienen otros componentes. En el primer caso, se trata de la glucuronolactona que tendría una función detoxificante (aunque su mecanismo de acción no está aclarado) o de preservación de la estructura e integridad de la membrana celular y eventualmente podrían contribuir principalmente a la nutrición de las células del cerebro. En los alimentos habituales normalmente es inexistente o se halla en muy bajas cantidades; las fuentes naturales de una dieta balanceada aportan 1-2 miligramos por día. El vino contiene mayores cantidades: 20 miligramos por litro. Es fácil calcular que un consumidor crónico alto de BE (una lata y media por día) incorporara a su cuerpo una cantidad de glucuronolactona aproximadamente 50 veces superior al contenido de un litro de vino. El ANMAT dispuso para las BE un límite máximo para la glucuronolactona de 625 miligramos por lata de 250 cc.
Finalmente, mencionaremos al ginseng que es una hierba muy difundida en Asia, de la cual no disponemos evidencias científicas a favor de su efecto positivo sobre el rendimiento físico, aunque algunos afirman que podría contribuir a mejorar la sensación de bienestar, con aumento de la presión sanguínea. La Asociación norteamericana de Diabetes advirtió que el uso excesivo de ginseng puede producir una disminución del nivel de azúcar en la sangre lo que podría acarrear problemas a los diabéticos.
Algunas advertencias – BE + asociados.
Las bebidas estimulantes anulan las señales de alarma que da el cuerpo en relación al cansancio, al sueño, a la disminución de los reflejos. Se trata de sensaciones naturales que nos advierten acerca de la necesidad de descanso. Como esas sensaciones pueden ser enmascaradas por estas bebidas, es fácil entender que su consumo aumenta, por ejemplo, el peligro de accidentes cardiovasculares.
Los riesgos del consumo de estas bebidas se ven acentuados cuando se las asocia a otras bebidas con alcohol. Esa combinación particular puede desencadenar una serie de trastornos como convulsiones, arritmia y —en algún caso extremo— hasta la muerte. Las bebidas energizantes neutralizan y retardan los efectos depresores del alcohol, con lo cual se dan las condiciones propicias para consumir más alcohol ya que se corre el límite de aparición de los signos de embriaguez, aumentando los riesgos de cuadros dramáticos como el coma alcohólico. De allí la “creencia” generalizada de que las BE no emborrachan; el aminoácido taurino que se halla en la BE no es ajeno a este efecto ya que interfiere en el mecanismo de degradación del alcohol.
Esta advertencia referida a la asociación de las BE con alcohol ha sido una preocupación de las autoridades sanitarias en numerosos países. Además, tanto el alcohol como la cafeína de la BE tienen efectos diuréticos (aumento de la producción de orina), por lo cual su combinación puede provocar severos cuadros de deshidratación, especialmente acentuados por el ejercicio físico (por ejemplo, asociado al baile) así como riesgos cardíacos y renales. La lamina y la cafeína de la Bis por un bulo y el alcohol agregado pueden actuar aditivamente en el aumento de la pérdida, de agua, y sales del organismo en condiciones de actividad física intensa.
A este respecto es interesante mencionar que la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires aprobó recientemente (en mayo de 2008), por unanimidad, una Ley que multa a los boliches y pubs que corten el suministro de agua potable iría a sus clientes[7].. La iniciativa tiene el fin de evitar que los locales suspendan el servicio para impulsar a los clientes a consumir bebidas.
Obviamente las BE deben estar alejadas de los niños, de las embarazadas, de las mujeres lactantes, y de ¡as personas sensibles a la cafeína.
Por último, cabe señalar que las bebidas energizantes no son lo mismo que las spurts drinks o bebidas para atletas (como Gatorade o Powerade), que reponen y/o retienen el agua y las sales que se pierden en el transcurso de una actividad física intensa, y cuyos equilibrios deben preservarse para evitar consecuencias adversas de otra naturaleza (por ejemplo, calambres). Estas bebidas deportivas también proporcionan azúcares, que el cuerpo usa como fuente de energía, pero en una cantidad casi 50 % menor que las BE.
Bibliografía consultada
ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) – (2005). Disposición Nº 3624/2005.
Hardman JG, Limbird LE, Molinoff PB, Ruddon RW, Goodman Gilman (1996). – Las Bases Farmacológicas de la Terapéutica. 9a. Edición. Ed McGraw Hill Interamericana, México.
Strain JJ (2002) – A review of the health effects of stimulant drinks. Final Report, www.safefoodonline.com
Villamil Lepori EC (2005) – Las bebidas energizantes. Boletín de la Asociación Toxicológica Argentina, Año 19 (Nos. 61-68): 38-44.
[1] Una iniciativa similar fue presentada en Mendoza por el senador (PJ) Daniel Cassia.
[2] El Consejo Deliberante de Da Plata, Pcia. de Buenos Aires, aprobó en diciembre de 2005 una Ordenanza según la cual la venta, exhibición, expendio o suministro de BE en polirrubros, almacenes, rotiserías, estaciones de servicio, bares, pubs y locales bailables queda prohibida entre las 23 y las 8. En la Pcia. de Entre Ríos también rige una Ley (Nº 9821, de febrero de 2008) por la cual “se prohíbe en todo el territorio de la Provincia … el expendio de cualquier bebida de las denominadas “energéticas” en lugares de reunión, diversión o recreación en los que se expendan bebidas alcohólicas para el consumo”.
[3] European Commission, Health &. Consumer Protection Directorate-General (2003) – Opinion of the Scientific Committee on Food on Additional Information on “Energy” Drinks. [www:europa.eu.int/comm./food/fs/sc/scf/outl69_en.pdf].
[4] World Anti-doping Agency (2007) – The 2008 Prohibited List. International Standard. 11 páginas.
[5] En un principio, año 2000, se admitió que las BE contuviesen hasta 35 miligramos de cafeína en 100 cc. Cinco años después el ANMAT, basado en las observaciones realizadas por los organismos encargados de las adicciones y de las autoridades provinciales que indicaron que los energizantes -—a pesar de ser bebidas lícitas— se usan incorrectamente, donde los jóvenes, al combinarlos con alcohol logran efectos muy dañinos para su salud, decidió adoptar el límite que determina el Código Alimentario Argentino, reduciéndolo a 20 miligramos por 100 cc.
[6] Es interesante que luego de haber ordenado la reducción mencionada en la nota anterior, la Cámara Argentina de Bebidas Energéticas publicó una solicitada bajo el título “Energizantes. El Gobierno Nacional resolvió el problema”, en la que, entre otras consideraciones, se afirmaba que “la Industria Nacional adaptó su fórmula a lo requerido por el Ministerio de Salud de la Nación, al reclamo de nuestra gente y en preservación de la fuente de trabajo de miles de familias de nuestro sector y de otros sectores productores involucrados…, tornando inocuo su consumo” (el subrayado es nuestro). Otra solicitada, titulada “ANMAT discrimina a deportistas argentinos” firmada por “deportistas de alta competencia”, rechazaba la disposición de la ANMAT y afirmaba que de persistir esta medida “la Argentina sería el único país de la Tierra donde esto ocurre”. Como evidencia de los intereses que se mueven detrás del negocio de las BE, el mismo Presidente de Austria intentó reunirse con el argentino en Nueva York para plantearle la preocupación por el cambio en la reglamentación que dejaba fuera del mercado a una importante marca austríaca (cuya fórmula contiene 35 miligramos de cafeína por 100 cc). Por ese tiempo también realizaron gestiones en la misma dirección el Ministro de Economía austríaco y el Embajador de la Unión Europea en la Argentina, ambos ante el Ministro de Salud argentino; también hubo gestiones de parte de la Organización Mundial de Comercio.
[7] “A no cortar el agua”. Página Í2 (Buenos Aires), edición del 30 de mayo de 2008 (página 18).