Teología e Historia, Volumen 5, Año 2007, pp. 7-14 ISSN 1667-3735
Desde su nacimiento como, movimiento reformador, el metodismo fue un cristianismo “hacia fuera”. Recordando a Juan Wesley, que decía que la tarea del cristiano no termina en las paredes de las iglesias, sino por el contrario allí comienza, teniendo al mundo entero como parroquia.
En todos los países donde el metodismo se desarrolló como iglesia, hizo sentir, de una u otra manera su influencia en la sociedad. Porque para el metodismo las Buenas Nuevas de salvación que trae el cristianismo no son para ser disfrutadas individualmente en la otra vida, sino para hacer más humana, plena y justa esta vida, un anticipo de igual valor que la otra. En la Argentina, por cierto, el metodismo no fue una excepción, y sus marcas pueden verse en distintos momentos de su historia. En educación, en la lucha contra los vicios, en la defensa de los animales y la defensa de los derechos humanos durante la última dictadura militar. En el campo educativo sus aportes fueron al principio resistidos por sectores que se veían amenazados en sus privilegios e intereses. Especialmente por un antiguo catolicismo que pretendía mantener el monopolio absoluto en materia educativa.
A través de los siglos 17 y 18, los Jesuítas desarrollaron un sistema escolar sólido para las colonias destinado a la formación de la élites dirigentes del futuro. La universidad de Córdoba, una de las más antiguas en toda América creada en 1572, cuatro años antes de la fundación de Harvard, la más antigua en los Estados Unidos, es un ejemplo de este propósito. Con la llegada del metodismo en 1836 la estrategia protestante también transitó el camino de la educación, aunque en menor escala, pero no dirigido a la educación de las elites gobernantes, sino viendo en la educación la llave que abriría la puerta del progreso especialmente en las clases bajas y medias.
Sin duda Domingo F. Sarmiento fue el que, aún antes de ser presidente, le dio forma al proyecto y a la legislación educativa argentina. En 1858 promulgó la ley de Edificios Escolares, en 1870 la ley de Bibliotecas Públicas y en 1875 la ley de Educación Común en la Provincia de Buenos Aires. En 1882. el Congreso pedagógico nacional decidió quitar la educación religiosa de las escuelas públicas. Todas estas acciones fueron no solo compartidas teóricamente por el metodismo en argentina sino en muchos casos activamente acompañadas por acciones concretas. Durante la superintendencia del pastor metodista Rev. Guillermo Goodfellow, íntimo amigo de Sarmiento, se realizaron, merced a su mediación e intervención, muchos contactos con el educador Estadounidense Thomas Mann y su esposa, (en rigor los mentores de las reformas educativas de Sarmiento en Argentina). Uno de los frutos de esos contactos y encuentros derivó en el proyecto del Gobierno argentino de invitar maestras de los Estados Unidos para trabajar en escuelas Normales preparando docentes en todo el territorio del país. Varias de esas maestras eran metodistas y su influencia en esa etapa del proyecto fue remarcable.
En 1885 un informe del entonces ministro de Educación de la Provincia de Entre Ríos, José Torres señalaba: “Aunque las escuelas normales llevan solo catorce años de existencia, su influencia sobre las escuelas comunes ya es notable… ellas no solamente forman excelentes maestras, sino que a través de sus escuelas modelos mejoran la educación de los niños de cada pueblo donde están situadas”. Sesenta y cinco maestras han sido invitadas por este programa entre 1869 y 1898. Ellas fundaron o rehabilitaron dieciocho escuelas normales.
Además en 1884 Ramón Blanco un pastor metodista con un compromiso particular por la educación de los niños más carenciados fundó una escuela con una imprenta instalada para que los alumnos pudieran aprender un oficio al mismo tiempo que concurrían a sus horas de clases.
Durante la primera presidencia de Roca, las escuelas metodistas recibían un subsidio mensual de cien pesos.
Ciertamente la cercanía entre el metodismo y los gobiernos de fines del siglo xix y principios del xx ha sido un factor determinante en el tema educativo. En 1900, por ejemplo el Congreso Nacional aprobó un apoyo financiero a la labor educativa desarrollada por William Morris, fundador de la Iglesia Metodista de la Boca, para su obra con niños huérfanos y pobres de la Boca y Palermo
Al mismo tiempo y en consonancia con este trabajo, otra importante contribución del metodismo en educación fue el desarrollado por la Sociedad Misionera Femenina quien también envió maestras para fundar escuelas para mujeres en muchas ciudades del país. El trabajo de estas mujeres resultó en la fundación de las tres escuelas metodistas más importantes del Río de la Plata, cuyo reconocimiento y excelencia duran hasta el día de hoy, a saber, el Colegio Centro Educativo Latinoamericano de Rosario (1875), el Colegio Crandon de Montevideo (1888) y el Colegio Ward de Buenos Aires (1913)
La ciudad de Rosario, ciertamente se convirtió en el centro del proyecto educativo del metodismo en el Río de la Plata y en su primer ensayo. En 1871 cuando el Rev. Thomas B. Wood, ministro y educador de la Iglesia Metodista Episcopal, propuso la apertura de una escuela en la ciudad portuaria de Rosario, que contaba entonces con 35.000 habitantes.
El 28 de mayo de 1874 dos maestras metodistas, las señoritas Jennie R. Chapin y Louise B. Denning, fueron enviadas por el Departamento de Mujeres de la Junta de Misiones Metodistas de los Estados Unidos. Abrieron la escuela con una inscripción inicial de cinco niñas, una de ellas la hija del Rev. Wood, en una casa alquilada en la calle Entre Ríos entre San Lorenzo y Urquiza. La aspiración de las fundadoras y de quienes las acompañaron era contribuir al proyecto plasmado en la Constitución de 1853 que, siguiendo las ideas de Juan Bautista Alberdi, tendía a crear un marco de tolerancia religiosa, desarrollo educativo y apertura al mundo que hiciera posible convertir aquel país semidesierto en una gran país moderno.
La escuela se conoció primero como el Colegio Norteamericano y, más tarde, como Colegio Americano.
La iniciativa creció rápidamente. Ya en 1878 el establecimiento albergaba 125 estudiantes, que trabajaban en las aulas con métodos innovadores para aquellos tiempos. Había clases bilingües de diseño y costura, dibujo, pintura y cocina, cuidado de plantas y huertos, prácticas que estaban fuera de los cánones tradicionales de educación como la de disponer un banco para cada niña.
En 1883 la escuela avanzó con la compra de un edificio propio que estaba ubicado en la entonces calle Comercio 449 (hoy Laprida). Pero también ese lugar quedó chico. Ante el crecimiento sostenido de la matrícula y las nuevas necesidades que iban surgiendo por el propio crecimiento, las autoridades decidieron adquirir un terreno en el entonces Boulevard Argentino 1352 (hoy Pellegrini) y colocaron el 25 de marzo de 1908 la piedra fundamental del nuevo edificio que se finalizó un año más tarde.
Para ese entonces, las fundadoras del establecimiento habían regresado a los Estados Unidos y había quedado en la dirección Mary Livaney, acompañada de la también norteamericana Berta Bneeland.
En 1956 comienzan las obras «leí actual edificio de la escuela que tuvo varias etapas de construcción. Hacia la década de los ochenta el colegio pasó a llamarse, tal como se lo conoce hoy en día: Centro Educativo Latinoamericano.
En 1993, el Centro Educativo completó su oferta educativa en todos los niveles con la creación de una Universidad propia.
Así nace la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (UCEL) la que, inaugurada en 1993, tiene tras sí una larga historia.
La idea de una Universidad Metodista había surgido más de un siglo atrás cuando la Conferencia Anual de la Iglesia Metodista Episcopal del Este de Sud América, llevada a cabo en 1893, decide fundar un Seminario de Teología y una Universidad para la enseñanza de las Artes y Ciencias a fin de servir a la iglesia y al país.
A lo largo de su historia la Iglesia Metodista consideró diversos planes para la apertura de una institución de Nivel Superior ya denominacional, ya ecuménica. Pero recién al finalizar la década del “70, en Rosario junto con las autoridades del Colegio Americano se inicia el esfuerzo para obtener la aprobación del Estado y abrir una institución de Nivel Superior vinculada a la iglesia. Así se creó la Tecnicatura en Administración de Empresas, de Nivel Terciario.
A principios de 1990 la Junta Directiva del ahora Centro Educativo Latinoamericano reinició los trabajos conducentes a la autorización y la apertura de una Universidad.
Esta vez el esfuerzo resultó exitoso y el 9 de diciembre de 1992 el Ministro de Cultura y Educación de la Nación firmó el acta de aprobación N- 3502/92 y los estatutos de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano con tres carreras: Licenciatura en Administración de Empresas, Licenciatura en Relaciones Laborales e Ingeniería en Tecnología de los Alimentos y dos facultades: Facultad de Química y Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. De esta manera en 1993, se inician las actividades académicas de UCEL.
En 1995, por decreto 268/95, el poder Ejecutivo Nacional promulga la Ley 24521 por la que se crea la CONEAU, organismo encargado de organizar el efectivo cumplimiento de la Ley. Las Universidades nacionales y privadas inician su pioceso de reconstrucción con distintos indicadores de calidad de los que habían utilizado en sus inicios. En 1996 la UCEL inicia el dictado de la carrera de Contador Público. Los primeros egresados de la Licenciatura en Administración de Empresas reciben sus diplomas de manos de autoridades ministeriales y universitarias. Son los alumnos que provenían del curso de Técnico Superior en Administración de Empresas del Nivel Terciario del Centro Educativo Latinoamericano.
Con la asistencia financiera de OIKO CREDIT en 1997 se habilitan nuevos laboratorios, y un año más tarde se inicia el dictado del ciclo opcional del Curso Superior de Formación Bíblica.
Alumnos de UCEL reciben el Premio Presidencia de la Nación en 1997 y 1998, y se inaugura el edificio anexo de la calle Corrientes.
En 1999 se inaugura la biblioteca “Pastor Thomas Wood”, y se dicta la carrera de Licenciatura en Lengua y Literatura Inglesas, dirigida a profesores de inglés que requerían titulación universitaria para adecuarse a la Ley Federal de Educación.
Los primeros docentes en estas especialidades son docentes invitados provenientes de Córdoba y Buenos Aires, ya que no había titulados universitarios de la especialidad en la ciudad de Rosario.
En el año 2000 se acepta el estatuto reformado y se eligen nuevas autoridades al tiempo que se inicia el dictado de la carrera de Licenciatura en Economía cuya aprobación se había efectuado en 1997.
CEL inaugura su edificio propio, adaptado a las exigencias del proceso de aprendizaje.
En 2001 se abre la carrera de Licenciatura en Nutrición.
Actualmente cuenta con tres facultades Ciencias Empresariales y Económicas, Ciencias Químicas, y Ciencias Jurídicas y Sociales. Con una variedad de carreras universitarias.
La UCEL se enmarca dentro de las estrategias de misión que tiene la iglesia metodista para sus instituciones educativas. Dicha Misión se expresa en un conjunto de Propósitos que guían sus actividades:
- Aplicar en su misión educadora superior, los más elevados objetivos y métodos pedagógicos, y velará, siempre por la permanencia de los principios evangélicos cristianos que sustentan los fines de la educación Metodista.
- Preservar su. autonomía en un todo de acuerdo a la ley y pautas que fija y exige el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación Argentina,
- Considerarse una Entidad Educativa Metodista, sin dejar de fomentar un amplio ecumenismo.
- Concebir a la Educación Superior como un proceso de formación continua pata toda la vida,
- Compartir con la comunidad todos los recursos educacionales y culturales y hará uso de todas las oportunidades de aprendizaje para sus alumnos que la comunidad pueda brindarle.
- Preparar a sus estudiantes para actuar en una sociedad interconectada.
- Mantener un desarrollo armonioso en cuanto a su crecimiento y número de estudiantes a fin de brindarles programas de alta calidad y de preservar una óptima relación profesor/ alumno.
- Fomentar La investigación
El alma mater de la UCEL
La UCEL se considera heredera orgullosa de toda esta tradición sobre la cual ha fundado sus bases, y así es como el artículo 2 de su estatuto académico afirma que desarrollará su actividad respetando los principios contenidos en la Constitución Nacional, que son los que lian mantenido unida a la sociedad Argentina en medio de todas las crisis por las que ha atravesado en casi dos siglos de existencia. Expresa también que respetará las tradiciones argentinas refiriéndose naturalmente a las que identifican positivamente a nuestro país en el mundo y son la consecuencia de nuestra experiencia histórica: brazos abiertos para recibir al extranjero que quiera radicarse entre nosotros; igualdad ante la ley; respeto a la pluralidad de ideas, convicciones y fe; república democrática; derecho al trabajo y a la educación; libre expresión de las ideas, para mencionar apenas algunas.
La UCEE define asimismo su identidad institucional manifestando expresamente su respeto y adhesión a los derechos humanos universales reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas, cuya síntesis constituye el corolario de una lucha secular.
Se define ademas como una entidad confesante y ecuménica. Reconoce estatutariamente como orientación suprema en el orden moral y espiritual las enseñanzas emanadas de la Sagradas Escrituras y las pautas doctrinarias de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina. Por ello es que en su seno no se practica ningún tipo de discriminación por razones de sexo, raza, religión o pensamiento.
Estas declaraciones no han quedado limitadas al papel, ciertamente la UCEL vive conforme a ellas. Sus profesores y estudiantes profesan las más diversas religiones o no profesan religión alguna. La integración de su Consejo Superior es igualmente plural. Se exigen seriedad académica, dedicación, responsabilidad y una conducta ética acorde con la función desempeñada.
En tren de describir el recorrido donde se gesto UCEL, y en cuanto a sus expectativas ha pretendido en lo que atañe a la religión y a la ética, que cada joven que ingresa, se forje en un espíritu de superación en cuanto asimismo; por otro lado no es nuestra intención imponer una religión, sino más bien acompañar para que los católicos sean mejores católicos; los metodistas mejores metodistas; los judíos mejores judíos; y así con todas las religiones; y en cuanto a quienes no profesan religión alguna, que salgan con su ética laica afianzada.
Para UCEL constituye un motivo de especial satisfacción y orgullo que en cuanto atañe a su identidad institucional ha permanecido fiel, sin claudicaciones en el respeto de los principios que declaró al nacer, y que de algún modo siguen siendo los mismos que los de aquellas jóvenes misioneras y maestras que en 1875 iniciaron en la entonces pequeña ciudad de Rosario la tarea de ayudar en el campo de la educación, respondiendo al llamado de un Presidente que no titubeó en pedir ayuda sabiendo, como sabía, que la obra emprendida era formidable y sus fuerzas limitadas. Como nosotros sabemos, hoy, que también lo es la tarea educativa que tenemos por delante y que exige, al igual que ayer, entrega y sacrificio. Por eso celebramos nuestros 15 años y lo compartimos gozosos a través de esta revista.