Historia del proceso hacia la primera predicación evangélica en español en el río de la Plata. A 140 años de metodismo nativo
Teología e Historia, Volumen 5, Año 2007, pp. 104-114 ISSN 1667-3735
Introducción
El metodismo llegó al país hacia fines de 1835, pero su primer mensaje en castellano lo proclamó recién en 1867. Aquellos primeros treinta y un años la misión fue lo que podríamos llamar una “capellanía étnica”. Misioneros que venían a atender las necesidades espirituales y a mantener vivas las prácticas devocionales de los estadounidenses que se encontraban de paso o ya radicados en el país. Tres eran las iglesias de habla inglesa que había en esa época en Buenos Aires, la Anglicana, atendiendo a los británicos; la Presbiteriana a los escoceses, y la metodista.
En ese tiempo, estas iglesias, como la alemana de la calle Esmeralda, eran realmente, espacios de encuentro e intercambio religioso pero sobre todo social. Tertulias con miembros de las embajadas, conciertos de coros de las respectivas colectividades, lectura pública de libros de poesías de autores de moda en los países de origen. Nada hacia suponer que las autoridades locales de tales iglesias tuvieran intenciones de cambiar esa característica. La carta de un misionero metodista en 1840 atestigua de esta realidad de encapsulamiento étnico:
“Los protestantes residentes acá —exceptuando los pocos pobres o casados con nativas— en general están planeando volver a casa. Ninguno de ellos adoptó la ciudadanía local. Las mujeres, uniformemente detestan el país y desean volver a sus tierras como los esclavos desean la libertad. ..”1l”
Además de este sentir generalizado de los metodistas norteamericanos de paso por la región. La autoridad misma de la iniciativa misionera se hallaba en crisis. Si bien el control formal de la misión estaba dado por la Sociedad Misionera de la Iglesia Metodista Episcopal con sede en Nueva York. El poder real, menos abierto que aquel, se encontraba en Buenos Aires.
Efectivamente, la distancia, la dificultad en las comunicaciones, la crisis financiera de la Sociedad Misionera, el aislamiento provocado por las recurrentes crisis político-militares internas, sumadas al conflicto que el Gobernador Rosas mantenía con Francia, país que convirtió al estuario del Río de la Plata en un escenario bélico con bloqueos interminables de los puertos de Buenos Aires y Montevideo a lo largo de doce años (1838-1850). Todo esto llevó a un debilitamiento del poder de la Sociedad Misionera sobre la misión en el Río de la Plata. El poder real, entonces quedó en manos de un poderoso grupo de comerciantes locales que habían constituido en 1843 la Sociedad para la Promoción del Culto Cristiano. (SPCW). Este grupo, no solamente controlaba la política misionera metodista en el Río de la Plata, sino también se abrogaba el derecho de examinar a los misioneros que venían enviados por la Sociedad Misionera sobre sus conocimientos teológicos, y sus habilidades pastorales hasta que pudiera probar “su solidez doctrinal y su adecuada experiencia”.
La SPCW se había convertido en los reales dueños de la misión. Los inmuebles tanto de la misión en Buenos Aires como en Montevideo, habían sido adquiridos por esta, además durante la crisis financiera de la Sociedad Misionera de Nueva York, la SPCW había comenzado a pagar de sus propias finanzas el salario de los misioneros.
Hacia 1856 la Sociedad Misionera en Nueva York comienza a pensar en la necesidad de abrir la misión a la población de habla castellana. Hasta ese momento la estrategia había sido trabajar con los protestantes de habla inglesa presentes en la región, incrementar su número, educar a sus hijos en las Escuelas Dominicales para después actuar “por efecto del ejemplo” sobre las masas católicas, las que podrían percibir así la sustancia del verdadero evangelio. Esta fue la estrategia que también sostuvo la SPCW y que defendió a ultranza, cuando la Sociedad de Nueva York comenzó a planear un cambio de rumbo.
La enfermedad de Dallas Lore, quien había sido encargado de la misión desde 1847, fue al mismo tiempo la oportunidad para que la Sociedad misionera intentase un cambio. En 1854, Lore deja el cargo y es reemplazado por el Rev. Goldsmith Carrow.
Carrow pretende darle más énfasis a la tarea educativa de la misión y con el objeto de explorar el campo para un trabajo en idioma español mueve sus piezas en tal sentido.
En 1857, la Sociedad Misionera designa al Rev. Hc.nry Nicholson, como maestro misionero. Esta designación —promovida por Carrow— era estratégica para los nuevos planes de la Sociedad. Nicholson había estado trabajando como maestro en Gibraltar y manejaba el español como su lengua natal. Había sido recomendado por la “Casa de Misión” de Londres que sostenía a las misiones wesleyanas en España. Esto lo convertía en una pieza clave para el giro hacia la población nativa que la misión ya estaba detectando como necesaria.
Sin embargo, cuando los hechos parecían ser auspiciosos para el nuevo rumbo de la misión, todo se derrumba nuevamente. El Informe Anual de la Sociedad Misionera de 1858 lo expresa de esta manera:
“La escuela aún no ha llegado a ser lo que se esperaba de ella, por lo que la Junta no considera justificado enviar los refuerzos que pedía Carrow. Tampoco se ha obtenido el acceso a la población hispana nativa para que estos pudieran recibir la predicación libre del Evangelio, tampoco la Junta considera justificado reabrir nuestra misión en Montevideo.”2
Repentinamente, Carrow y Nicholson son llamados desde los Estados Unidos y retirados de la misión. No es difícil intuir la mano de la SPCW en este desenlace, aunque en rigor no existe documentación explícita que lo avale.
Lo cierto es que el Superintendente Carrow, quien sostenía el proyecto de Nicholson llevaba una muy tirante relación con la SPCW. Según el historiador Wade Barclay, Carrow llegó a expulsar a algunos de sus miembros y de esta manera “la misión se dividió en dos partidos”[3]. Por otro lado, J.M. Reid enfoca más la responsabilidad de lo sucedido sobre la SPCW:
“Durante la administración del Rev. Carrow la “Sociedad para la promoción del Culto Cristiano” que había sido constituida solo para cuidar los intereses seculares de la misión, pasó a controlar importantes intereses de la Iglesia, Esto llevó a lamentables divisiones y conflictos de manera que la misión se vio reducida en. número y en trabajo…” 4
La expulsión de Carrow y Nicholson, no obstante, actuó sobre la situación con un efecto paradójico. Como reemplazo del superintendente desplazado fue designado el Rev. William Goodfellow, quien llega al país a fines de 1857. La llegada de Goodfellow sera el gozne sobre el cuál girará el cambio de destino de la misión en el Río de la Plata. El nuevo superintendente llega a la región con una clara instrucción impartida por la Sociedad Misionera. Una instrucción que implicaba tres pasos muy concretos a realizar:
- Reorganizar la misión sobre la base de Conferencias Trimestrales,
- Disolver la Sociedad para la Promoción del Culto Cristiano y
- utilizar todos los medios a su alcance para expandir la misión e incluir a la población nativa.
Queda claro, que la demora para el comienzo del trabajo en idioma castellano había sido, en gran manera, provocada por la dilatoria presencia de la SPCW de habla inglesa local., la que pretendía una misión dirigida solamente hacia los protestantes extranjeros residentes en la región, como había sido hasta ese momento.
Ahora, sin embargo, la Junta de Nueva York estaba convencida que la única esperanza que tenía la misión metodista de sobrevivir era abriéndole las puertas a la población de habla castellana. El secretario corresponsal de la Sociedad Misionera había sido muy claro cuando le dijo a Goodfellow en sus últimas instrucciones antes del viaje:
“La Sociedad misionera en Nueva York estaba tristemente desanimada con la única misión en tierras latinas, y si la prospectiva no mejora ellos deberán proceder a cerrarla, vendiendo las propiedades y abandonando el campo misionero”.4
Goodfellow siguió al pie de la letra las instrucciones. Su primer paso fue el descabezamiento de la SPCW, para lo cual tuvo más apoyo, y por lo tanto mayor éxito que el intento frustrado años antes por su colega Carrow. Una vez liberado el camino del encierro al que la Sociedad local constreñía la misión, Goodfellow trabajó para alcanzar los otros dos objetivos.
Durante los primeros años de su administración los esfuerzos fueron dirigidos a revitalizar a la congregación:
“El hecho de que veinte de los noventa y cuatro miembros son probandos, demuestra que nuestras operaciones están siendo mejor dirigidas, informaba en 1861.5 Dos anos después la obra continúa en expansión: “ La misión ha crecido en todos sus departamentos, y hoy es más floreciente que en muchos años atrás, tal vez, más floreciente que nunca…”6
Un nuevo paso en la recuperación fue también el comienzo de la expansión territorial. Merced a sus contactos políticos y masónicos, tanto con Sarmiento como con Urquiza, el metodismo comenzó a ingresar en nuevas áreas tales como Villa Urquiza y zonas de la Provincia de Santa Fe y la Banda Oriental. Mientras el poder político favorecía la expansión, la presencia masónica en determinadas plazas iba indicando al metodismo los lugares más apropiados para establecer también sus locales. Goodfellow visitó y estableció avanzadas en Esperanza, San Carlos, Rosario, Villa Urquiza, Azul y también fue reestablecida la misión en Montevideo después de nueve años de silencio. La Junta de Nueva York consideró que teniendo en cuenta “ la prosperidad del trabajo demanda claramente refuerzos y expansión….” El refuerzo llegó en la persona del Rev. Thomas Cárter, quien comenzó a ayudar a Goodfellow en 1867, atendiendo algunos de los nuevos enclaves metodistas en la provincia de Santa Fe. Otras avanzadas eran visitadas por predicadores itinerantes de habla alemana y francesa quienes habían sido sumados a la misión metodista.
Todo este movimiento del metodismo hacia el noroeste de Buenos Aires coincide con la expansión territorial y la ocupación de tierras por parte de la gran masa de inmigrantes que se estaban estableciendo en las colonias agrícolas impulsadas por el gobierno de Urquiza primero y luego por el de Sarmiento. El metodismo acompañó esa expansión.
Sin embargo, aunque en expansión, el metodismo en la región del Río de la Plata seguía siendo una misión de capellanía étnica. El paso más importante aún no se producía, pero estaba entre las preocupaciones prioritarias de Goodfellow.
En su informe de Abril de 1865 afirma:
“Necesitamos un servicio en español en esta ciudad (Buenos Aires). Mucha gente se juntaría para escuchar el evangelio en esa lengua. Oramos para que aparezcan las personas que puedan llevar adelante esa tarea. Nos hemos preguntado desde lo profundo de nuestro corazón qué cosa puede hacerse para cumplir ese objetivo. Pero hasta ahora nada aparece frente a nuestros ojos.”7
Es muy probable que Goodfellow tuviera ya la respuesta in pectore a su pregunta, pero aún la cobijaba con mucho cuidado y esperanza. Lo cierto es que en 1860 un joven escocés de origen presbiteriano que concurría al templo metodista con sus padres, se había convertido al escuchar un sermón de Goodfellow y a partir de ese momento deseo ser un predicador metodista. Godfellow intuyendo su capacidad para el liderazgo le ofreció a John E Thomson, así se llamaba el joven, la posibilidad de estudiar en los Estados Unidos. Entre los años 1862 y 1866 Thomson estudió en la Universidad Wesleyana de Delaware en Ohio.
Cuando Goodfdellow suplicaba una respuesta a sus oraciones, en su corazón sabía que —una de esas posibles respuestas— estaba terminando sus estudios y a punto de volver a Buenos Aires. A Thomson no le faltaban cualidades y todas encajaban en las expectativas de Goodfellow: era joven, activo, buen predicador y sobre todo hablaba castellano como un nativo más, pues había llegado al país a muy temprana edad. Además, un detalle no poco relevante: se había casado en los Estados Unidos con la sobrina de Goodfellow.
Thomson llega a Buenos Aires en octubre de 1866 y en ese momento el plan de Goodfellow comienza a tomar forma más concreta.
Al poco tiempo de llegar Thomson comienza a tener reuniones de oración y estudios de la Biblia en castellano. Se realizaban en la casa de la maestra Fermina León de Aldeber, en el barrio de La Boca. Aldeber se había convertido a los ideales protestantes y abrió su casa para el trabajo de la misión metodista. Allí Thomson puso en funcionamiento una Escuela Dominical y una escuela primaria. Pero muy pronto tuvo que enfrentar dos grandes obstáculos, así lo relata el mismo Thomson:
“La buena salud del trabajo en La Boca se está recuperando tanto del golpe que nos dio el cólera, como de la peor plaga existente: el fanatismo y sacerdotismo romanista el cual ha influenciado malamente a la gente de este lugar”[4]
En los últimos meses de 1866 ya funcionaban tres grupos de estudio bíblico y oración en castellano que se reunían en casas de familia. La apertura ya había comenzado y también había comenzado la reacción a tal iniciativa.
Mientras el metodismo había sido una religión para los extranjeros de habla inglesa, las autoridades católicas no habían prestado demasiada atención al fenómeno. Pero el avance sobre la población nacional era considerado por la Iglesia Católica como una declaración de guerra, como una invasión a un territorio propio que durante casi quinientos años ninguna otra doctrina se había atrevido a disputar.
En torno a la fecha
El templo metodista en donde se desarrolló el primer gran evento en castellano estaba emplazado en la calle Cangallo, entre 25 de Mayo y Reconquista. De este edificio solo queda una acuarela de la fachada en los archivos de la actual Primera Iglesia Metodista de Buenos Aires. Este templo había sido construido en 1842 y fue demolido en 1872 cuando comenzó a levantarse la actual Primera Iglesia Metodista en la Av. Corrientes.
Con respecto a la fecha del evento hoy surgen algunas eludas. Según la historiografía metodista tradicional la fecha para la gran presentación masiva en castellano del metodismo, fue el 25 de Mayo. El símbolo de la Revolución en contra del poder colonial católico y el nacimiento de la Argentina como un país libre e independiente, será también el día que marcará el final de la hegemonía monopólica del catolicismo en el campo religioso rioplatense. Así lo entendieron todos los historiadores del metodismo rioplatense desde la primera resena realizada por Guilermo Tallón en 1911.
Sin embargo, recientemente hemos constatado algunas dificultades para seguir afirmando tal fecha como la del evento histórico. En primer lugar, contrariamente a lo que se afirma comúnmente, el 25 de mayo de 1867 no fue domingo sino sábado.
Primer gran escollo que impide entender un evento central metodista en sábado, en plena controversia con los que se solían llamar los sabatistas (adventistas). Un sábado en el que además llovió torrencialmente, tal como lo atestiguan fuentes extra eclesiales.[5]
Otro dato contundente, es el obtenido de una cita de un informe del Rev. Goodfellow que recoge el Missionary Advócate de Noviembre de 1867, en donde el superintendente relata que dicho evento se realizó el domingo 9 de Junio.
“El 9 de Junio, el Rev. Thomson predicó su primer sermón en idioma español en nuestra iglesia, la cjue estaba bastante llena, aproximadamente cuarenta personas eran nacionales. Desde ese momento Thomson continuó ocupando nuestra iglesia todos los domingos por la tarde.”10
En otro de sus informes citado por el The Missionary Advocate, Goodfellow amplía sobre aquel evento, en el que queda claro que fue en día Domingo:
“El pasado Domingo por la noche el hermano Thomson predicó su primer sermón en español en esta ciudad. La iglesia estaba llena. Por supuesto no mucha de nuestra propia gente estaba presente (se refiere a los anglo parlantes) pero un gran número de nativos estaban ahí, quienes pudieron escuchar su primer sermón protestante. Se notaba buena predisposición y marcada atención. No tenemos himnarios en español, de manera que imprimimos los himnos en hojas de papel como en un programa. El órgano y el coro guiaron la gran entrada de las melodías de Hebron y Mozart. La fluidez y el control que el hermano Thomson tenía del nuevo lenguaje en sus labios sorprendió a todos. Solo los muy perspicaces podrían detectar el hecho de que él no estaba hablando en su lengua natal.”11
Una visión en tono un tanto más periodístico-sensacionalista, del mismo evento lo recoge J.M. Reid, en ella se puede notar el cambio de enfoque sobre algunos episodios, rescatados de manera más amarilla por el periodismo, pero coincide con los relatos anteriores en que fue un servicio religioso y no un mero “acto”, y que fue realizado en lugar del acostumbrado servicio vespertino en inglés, que por supuesto se celebraba en domingo.
“Cuando el servicio comenzó la mayor parte de la gente estaba fuera de la casa, los ejercicios eran variados con algún ocasional manojo de pasto o alguna piedra arrojada dentro de la casa. La policía vino para proteger a los concurrentes, y luego de haber usado varias veces el látigo, la mayor parte de la gente estaba adentro. El Señor Thomson estaba preparado para predicar un sermón de treinta a cuarenta minutos, pero, cuando no pudo hacerlo, comenzó a mantener una conversación sobre temas variados que duró la mitad de ese tiempo. El servicio vespertino en inglés fue suspendido para ser reemplazado por el nuevo servicio…”12
¿Cómo se explica esta confusión? Algunas opiniones afirman que probablemente el acto haya estado desdoblado en dos partes: una presentación social no religiosa que se realizó el sábado 25 de Mayo y por otro lado el culto con la predicación el 9 de Junio. Sin embargo cuesta creer que, de haber sido de esta manera no quedara ningún registro del evento ocurrido el sábado ya que, como vimos más arriba, todas las referencias en informes y notas periodísticas se refieren, directa o indirectamente, al evento del domingo 9 de junio.
Es difícil rastrear en qué momento comienza a acuñarse la fecha del 25 de mayo como comienzo oficial del metodismo nativo. Al evaluar estas evidencias pensamos que esa fecha ha tenido que ver más con un efecto simbólico buscado por el metodismo de principios de siglo veinte, el cual estaba siendo acusado de extranjerizante y antinacional, que a una búsqueda crítica de exactitud histórica.
Pero más allá de la fecha – dos semanas de diferencia no cambiarían las consecuencias—el hecho marcó el comienzo real del metodismo rioplatense y al mismo tiempo la necesidad de un rediseño misionero que se veía obligado ahora a perfeccionar el arte de la controversia: las compuertas se habían abierto y la —hasta esc entonces— hegemónica iglesia católica tenía por primera vez una seria competencia en su propio terreno.
Los que se asomaban no serían tiempos de diálogo ecuménico, por cierto.
[1] Missionary Files, Microform, Call Number 26, Reel 26, Drew University, United Methodist Archives. Madison, New Jersey. [2] Annual Report Missionary Society, (1858), p 68
[3] Barclay, Wade C. History of tire Methodist Missions. New York: The Board of Missions and Church Extension of the Methodist Church, 1949. (Ed. 1957) p 762
[4] Reid, op. cit. 323 [5] Annual Report, (1868), 69 [6] Ibid, 1869, 64 [7] Annual Report Mission Society, (1866), 104.[8] Minutes of the Borrad of the Buenos Aires First Methodist Church, 1867. Citado por Vareto, El Apostol del Plata, Buenos Aires: Ed. La Aurora, p. 49.
[9] ver El Origen Británico del Deporte Argentino, de Víctor Raffo, 2004, el evento fue suspendido y reprogramado para el domingo 9 de Junio por la tarde.
[10] The Missionary Advocate, (Noviembre, 1867), 67 [11] The Missionary Advocate, (Agosto, 1867), 39 [12] Reid, 350