Teología e Historia, Volumen 3 y 4, Año 2005, pp. 95-100 ISSN 1667-3735
Palabras clave: Ecología – Ser humano y medio ambiente – Mayordomía de la Creación – Protestantismo rioplatense y Ecología
En una destemplada tarde, la del 2 de julio de 1974, se llevó a cabo en el Aula Magna del ISEDET un acto que podemos calificar de histórico. Fue la realización del Panel “El hombre y su medio ambiente: el problema ecológico”.
El mismo se orientó al análisis, enfocado de manera interdisciplinaria, de algunos aspectos de la problemática relativa a la Ecología y a la ubicación del ser humano en el ambiente. Estuvo estructurado en dos partes. En la primera se expusieron las ponencias-perspectivas desde diferentes ámbitos y en la segunda se disfrutó de un generoso espacio integrador, de diálogo entre los panelistas y los asistentes.
La Introducción estuvo a cargo del Pastor Luis Zurita, la Perspectiva Biológica fue presentada por el autor de estas líneas, la Perspectiva sociológica estuvo a cargo de Carlos M. Sabanes y la Perspectiva teológica fue expuesta y desarrollada por el Profesor Lamberto Schuurman.
Todo el material original generado en esa ocasión, tanto el texto de las ponencias como las respuestas de los panelistas a una selección de las preguntas formuladas por los asistentes, fue publicado poco después, en Cuadernos de Teología [Volumen IV, Nº 1 (1975), paginas 5-28].
En la presentación de dicho número de la revista, el Dr. Rodolfo Obermüller, por entonces Director de Cuadernos, colocó un epígrafe que transcribe una expresión de la que se acordaron los discípulos (citando Salmo 69, 10: El celo por tu casa me devorará) en ocasión de la purificación de la casa de Dios en Jerusalén por parte de Jesús (Juan 2, 17), afirmaba:
“La misma responsabilidad por la pureza sin contaminación del espacio vital se correlaciona hoy con la lucha contra la contaminación universal del entorno natural, de la biosfera. Los tecnólogos, físicos, los productores industriales son confrontados con la protesta contra los efectos de su actuación. ‘Cuadernos de Teología desea contribuir a la sensibilización y concientización cristianas mediante la publicación de tres conferencias que presentan varios enfoques de la perplejidad ecológica”.
Ya han pasado más de tres décadas desde la publicación de ese número de Cuadernos y, a pesar de del tiempo transcurrido, es notable constatar la claridad —y vigencia— de los conceptos de Obermüller así como de las necesidades que el anotaba como imperativos para la responsabilidad de los técnicos, científicos e industriales y, por extensión tácita, de la comunidad cristiana.
¿Por qué hemos calificado este evento como histórico? Al menos por dos motivos.
El primero tiene que ver con su proximidad temporal con la Reunión sobre Ambiente Humano celebrada en Estocolmo en junio de 1972, la primera de las promovidas por la Organización de las Naciones Unidas, para discutir a escala planetaria el problema ecológico, el medio ambiente y el desarrollo humano. Fue muy importante que un tema, que en esa época recién asomaba tímidamente a la opinión pública1, tuviese un inmediato eco en nuestro medio cristiano-evangélico. Felizmente, con el transcurso de los años el proceso culminó con su instalación definitiva en la agenda de la sociedad y los gobiernos. En este contexto temporal que nos hemos colocado es igualmente interesante mencionar que la Asociación Argentina de Ecología había sido creada aún antes de aquella Conferencia de Estocolmo, en abril de 1972. Tampoco es un dato menor tener presente el contexto político-social y económico que vivían los países de la región.
El segundo motivo que nos llevó a pensar en el Panel de Ecología del ISEDET como histórico es el siguiente: fue el primer antecedente que tuvo lugar en el ámbito protestante de nuestro país y de la región rioplatense, absolutamente pionero, que planteó la necesidad, lúcidamente anticipada por Obermüller, de encarar la sensibilización y concientización de los cristianos en torno a una mayordomía más amplia, que incluya su responsabilidad como administradores y custodios de la integridad de la Creación, con el soporte científico necesario y acompañado de la correspondiente reflexión bíblico-teológica sobre estos temas. En otras palabras: lo ecológico irrumpe en el quehacer de la reflexión teológica orientada hasta entonces a la dimensión “vertical” (ser humano Dios) y muestra que también es necesario pensar, al misma tiempo, en la horizontal (naturaleza + ser humano-Dios Creador).
Fue inédito pues, posiblemente insólito para ese tiempo, que el ISEDET, formador de liderazgos orientados al ámbito de la acción pastoral y teológica, haya sido la Institución que incluyera en su programación un tiempo de reflexión sobre la Ecología, intentando presentar un análisis integrado de los aspectos biológicos, sociales y aun teológicos del tema.
No olvidemos que en esa época la sociedad recién asomaba a lo que se ha dado en llamar la “conciencia ecológica” y que, además, en los ambientes religiosos en general, esa problemática era virtualmente inexistente2. Verificar esta realidad en el protestantismo vernáculo de entonces es tarea relativamente simple: basta revisar los índices de las diferentes publicaciones denominacionales para apreciar que, con algunas excepciones menores, el tema ecológico no estaba en la preocupación de sus editores.
La efemérides que estamos destacando tiene, además, otro significado histórico adicional: es temporalmente previo a la notable, eficiente y sostenida acción posterior que el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) lleva a cabo (desde 1983, luego de su VI Asamblea celebrada en Vancouver, Canadá), en el marco del Proceso Conciliar “Justicia, Paz e Integridad de la Creación”, en los diferentes foros mundiales en los que se discute y debate acerca de diferentes aspectos de la problemática ambiental, regional y mundial, tanto en su dimensión local como global.
Posteriormente, en enero de 1994, esa misma senda también fue adoptada por el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLA1), integrando una Comisión de Medio Ambiente, con el propósito de concretar y afianzar decisiones vinculadas al ambiente que había adoptado anteriormente, en ocasión de su II Asamblea (en Indaiatuba, Brasil) y promover, a escala regional, mediante la implementación de diversos programas, la concientización de los cristianos latinoamericanos en torno a su responsabilidad por el cuidado y la preservación de toda la Creación.
Cabe señalar que ambos, el CMI y el CLAI, siempre han encarado y desarrollado sus programas y acciones en el marco de un claro compromiso ecuménico e interreligioso, integrando sus iniciativas y emprendimientos con los de otros grupos y Organizaciones igualmente comprometidos en la preservación de los recursos y de las condiciones que aseguren la continuidad de todas las formas de vida.
Algunos recursos bibliográficos y lecturas sugeridos
Mendoza, R., Salibián, A., von Hillebrandt de Andrade, C., Oshige, F., Reimer, H. Cristianos. Mayordomos de la creación (2da. edición). Ediciones CLAI (Serie Ambiente y Futuro), Quito, Ecuador, 1994.
Salibián, A. “Destino humano e integridad de la creación”, en Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), Renacer a la esperanza. Edición CLAI. Quito, Ecuador. Páginas 92-107 (1995).
—. “La crisis ecológica y la iglesia”, en Depto. de Acción Comunitaria CEBA (Editor), Mi Iglesia puede hacerlo. ABAP. Buenos Aires. Páginas 189-203 (1993).
—. “Los cristianos como mayordomos de la creación. ¿Hay propuestas eco-
lógicas en la Biblia?”, en Bertello LF y colaboradores, Ambiente y salud – El ambiente en el siglo XXI. Comisión de Medio Ambiente – Diócesis de San Isidro. Páginas 130-136 (2004).
—. “La crisis ecológica como una nueva forma de opresión en América Latina”, Encuentro y Fe, El- 28, otoño: 4-9, 1993.
—. “El cambio climático global. Un problema ecológico que la iglesia cristiana no puede ignorar”, El Expositor Bautista. Año 86, N~ 4 (abril): 28-29 (1994).
—. “Una lectura ecológica de la profecía de Joel”, El Expositor Bautista. Año 90, N2 9 (septiembre): 16-17 (1999).
—. “Valores espirituales para una vida sustentable. Un desafío para los cristianos del siglo XXI (Primera Parte)”, El Expositor Bautista. Año 95, N2 5 (junio): 20-22 (2003).
—. “Valores espirituales partí una vida sustentable. Un desafío para los cristianos del siglo XXI (Segunda Parte)”, El Expositor Bautista. Año 95, N2 6 (julio): 26-28 (2003).
—. “Agua potable: un bien social y un derecho humano”, Revista Kairós, N2 2 (noviembre): 13-17 (2005).
—. “Las Iglesias frente a la Ecología (I Parte)”, El Puente (Buenos Aires). Año 20, N2 247 (enero): 38-39 (2006).
—. “Las Iglesias frente a la Ecología (11 Parte)”, El Puente (Buenos Aires). Año 20, N2 248 (febrero): 42-43 (2006).
—. “Los cataclismos naturales, los cambios climáticos y Dios (1 Parte)”, Reflexión Bautista. Año 4, N2 22 (Febrero-Marzo): 7 (2006).
Varios autores, “El cambio climático acelerado. Prueba para nuestra fe”, Ediciones del CMI, Ginebra, 43 páginas.
1 El lema de esa Conferencia fue Una sola tierra. En 1987, La Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo publicaba su Informe (más conocido como informe Brundtland) con el título Nuestro futuro común. En el primer caso, el lema sugería un mensaje claro: los recursos naturales no son infinitos. Apenas tres lustros después, se plantea que el desarrollo sustentable debe responder a la necesidades humanas presentes, pero sin comprometer las opciones para las generaciones venideras.
2 En realidad, debemos reconocer que la temática ambiental aún hoy se halla en la periferia de las pastorales cristianas, tanto católico romana como protestante; el autor está preparando un trabajo que pretende analizar y procura explicar las razones de esta ausencia o resistencia a expandir las fronteras de la pastoral de las iglesias cristianas, incluyendo en ella aquellas interrelaciones horizontales antes mencionadas.