Teología e Historia, Volumen 2, Año 2004, pp. 183-194 ISSN 1667-3735
El presente no es un trabajo académico, sino un sucinto esquema interpretativo de las principales características de las iglesias de tradición wesleyana. El trabajo responde al creciente interés que existe en la Argentina por este fenómeno que, por estas playas recién ahora, estamos reconociendo y valorando. En el año 2003.se han recordado los trescientos años del nacimiento de Juan Wesley. El evento fue celebrado en Buenos Aires, en la Primera Iglesia Metodista de habla castellana del continente. Diversas expresiones eclesiales que comparten el tronco común wesleyano han estado presentes y este trabajo es el material preparado para tal ocasión.
Como Lutero, Wesley no fue un pensador sistemático. De allí que su obra difícilmente pueda pensarse como un todo acabado, con unidad de desarrollo y despliegue sistemático de sus tópicos. Wesley fue más bien un pastor generando teología en medio de las disputas de su tiempo, de allí la enorme riqueza de su pensamiento. ¿En qué se basa la riqueza?
Se basa precisamente en el hecho de que, dado el tiempo conflictivo en el que vivió —durante el cual muchos hubieran optado por refugiarse en la formulación de conceptos rígidos y lineales para subsistir en la enmarañada situación— su pensamiento, por el contrario, supo convivir con ideas aparentemente contradictorias.
Y, aunque el pensamiento wesleyano no fuese gestado por Wesley como un sistema doctrinal preconcebido, es susceptible de ser percibido como un corpus desde un punto de vista gestáltico en el cual la captación del todo supera la historicidad de las partes. Esta ha sido la riqueza principal del ideario wesleyano y allí radica su potencial, esto es, en la posibilidad de sostener en tensión equilibrada conceptos en apariencia contradictorios, o por lo menos que serían opuestos vistos meramente en una visión lineal. Esta versatilidad, que Donald Dayton llama “sistema inestable” del pensamiento wesleyano, constituye precisamente su riqueza.
Es esta riqueza dialéctica superadora de opuestos la que ha permitido que su legado haya sido reclamado y hecho propio por un amplio abanico de tradiciones evangélicas.
De esta forma el pensamiento de Juan Wesley debe ser visto como una síntesis práctica alimentada por la confluencia de las principales expresiones religiosas presentes en Inglaterra y Europa, a lo largo de los siglos XVI y XVII y al mismo tiempo, como punto de partida y generador de una nueva explosión moral y religiosa que, aún en nuestros días, está en expansión.
Podemos hablar de dos vertientes que conforman la herencia wesleyana.
Una de ellas está dada por las iglesias metodistas oficiales las que en muchos casos han logrado rescatar el pensamiento de Juan Wesley de una enmarañada institucionalización y olvido histórico. En este sentido hace unos 15 años se ha abierto un renovado y creciente interés en los círculos académicos metodistas por la vigencia y desafío que el pensamiento de Wesley significa para este tiempo.
Por otro lado se encuentran los distintos grupos evangélicos que, al calor del Segundo Gran Avivamiento ocurrido en los EE.UU. entre 1830 y 1860, fueron redescubriendo y adoptando las categorías wesleyanas, básicamente las referidas a su soteriología.
Los puntos que unen a las iglesias de tradición wesleyana son:
- La creencia en la Trinidad.
- Una concepción arminiana (no predestinación individual sino libre voluntad del ser humano para responder al llamado de Dios, por lo que no hay un grupo de elegidos sino la salvación es para todos los que respondan al llamado).
Santificación – perfección Sin duda este ha sido uno de los puntos más complicados y fuente para un gran abanico de interpretaciones y doctrinas. Lo que provoca esta amplitud de interpretaciones está dado básicamente por la tensión no resuelta que existe en el pensamiento de Wesley entre la santificación como un proceso o como una realidad instantánea. De esta manera, existen tradiciones que han enfatizando la santificación como una realidad instantánea que le sucede al creyente como consecuencia del bautismo del Espíritu, o segunda bendición que lleva a la doctrina de la total Santificación por la cual el pecado es una desobediencia voluntaria, que el estado de total santificación permite evitar. Otras tradiciones, a su vez, la interpretan como un proceso de santificación, un camino de progresivo modelamiento del espíritu humano a través del Espíritu Santo, con la perfección cristiana como una meta ideológica.
Estas diferencias que en otros tiempos dividieron, hoy, lejos de impedir el acercamiento, enriquecen enormemente la tradición wesleyana debido a que permiten rescatar —sin competir por apropiaciones sin destino— los matices de una de las tradiciones evangélicas más fructíferas de los últimos siglos.
Las Iglesias Metodistas
Después de la muerte de Wesley (1891), el metodismo sufre una serie de divisiones en Inglaterra. La primera en separarse será la llamada Nueva Conexión liderada por Alexander Kilham, abiertamente en oposición por la forma de gobierno centralizada y autoritaria que caracterizó al metodismo inglés temprano, sin Wesley. Más tarde surgirá la Iglesia Metodista Primitiva. En Estados Unidos, la diversificación será aún mayor. Del núcleo central que será la Iglesia Metodista Episcopal, se irán desprendiendo distintas corrientes como la Iglesia Metodista Protestante, y la Iglesia Metodista Episcopal del Sur. Estas divisiones se reunirán en 1939 en la Iglesia Metodista y, más tarde, en 1969, esta se unirá con la Asociación Evangélica y los Hermanos en Cristo, conformando la actual Iglesia Metodista Unida en Nueva York.
Sin embargo, a lo largo de este proceso, otras corrientes se fueron desprendiendo que no volvieron a reunirse en torno a un tronco institucional oficial, sino que fueron siendo absorbidas de a poco por el fenómeno del Movimiento de Santidad que comenzó a crecer rápidamente entre los metodistas a partir de 1865 después de la Guerra Civil. Entre esos grupos se encuentran la Iglesia Wesleyana, El Metodismo Africano de Sión y, hacia 1860, los Metodistas Libres y el Metodismo Congregacional. Las divisiones fueron motivadas básicamente por tres factores:
- Aburguesamiento e institucionalización (racionalismo) vs. sencillez evangélica (pietismo).
- Racismo.
- Discrepancias en la interpretación de la doctrina de la santidad.
El Movimiento de Santidad
El Movimiento de Santidad fue el catalizador que ayudó a dar un receptáculo de confluencia para las distintas interpretaciones del pensamiento wesleyano respecto de su idea de la santidad. Comprende un vasto espectro de grupos evangélicos que han basado su doctrina central en el mensaje de santificación de Juan Wesley, durante los siglos XIX y XX en los Estados Unidos.
A partir de 1825 comenzó a brotar en los grupos evangélicos del Este y el Sur de los EE.UU. un creciente avivamiento y búsqueda del sentido de la perfección cristiana sobre la base del concepto de santificación wesleyana. En los comienzos de esta Cruzada de la Santidad, la Iglesia Metodista Episcopal publicó en Boston un tratado llamado Manual del Cristiano, un tratado sobre la perfección cristiana y cómo lograrlo. Su mismo autor, Timothy Merrit, publicó en 1839 otro escrito que se convertiría más adelante en la piedra fundamental del movimiento de la Santidad: Guía para la perfección cristiana.
En la misma época, en Nueva York, Phoebe Palmer y su hermana crearon un espacio de reunión en su casa que se llamaba Reunión de los martes para la promoción de la santidad, y luego se transformó en editora de la revista Guía para la santidad, nuevo nombre para la publicación de Merrit.
Pronto estas reuniones comenzaron a expandirse, se abrieron al sexo masculino y se convirtieron en un espacio de renovación dentro de la Iglesia Metodista Episcopal alcanzando pronto a otros grupos También llegó a algunas iglesias reformadas de vertiente calvinista. El avivamiento de 1858 estuvo empapado de esta experiencia de santidad y fue el que al mismo tiempo ayudó a diseminar la experiencia por todos los EE.UU. Grupos metodistas tales como la Conexión Wesleyana y los Metodistas Libres que abandonaron la Iglesia Metodista Episcopal muy pronto fueron absorbidos por el Movimiento de Santidad.
Este movimiento, particularmente en sus expresiones previas a la Guerra de Civil de los EE.UU., ha presentado como una de sus características más destacadas la crítica a las corrientes principales de las iglesias institucionalizadas y acomodadas socialmente y una marcada tendencia a la apertura social, tanto en lo referente al rol de la mujer en la iglesia como a la conciencia y práctica de su misión en las clases desposeídas y marginadas de la sociedad.
Hacia el Pentecostalismo
El Movimiento de la Santidad será la matriz dentro de la cual se irán gestando en un lento proceso a lo largo de las últimas décadas del siglo XIX ciertas características y temas principales de lo que más tarde será el Movimiento Pentecostal, aunque no se agotará en éste.
El paso al incipiente movimiento pentecostal está dado en lo teológico por un punto creciente de ruptura —dentro de algunos círculos de Santidad— del equilibrio que había en Wesley entre la perfección como una realidad instantánea en forma de crisis que sucede en el comienzo de la vida cristiana y la idea de un proceso con características teleológicas que culminaría con la adquisición de la perfección como una meta a lograr.
En el pensamiento de Wesley estaban presentes las dos ideas. Algunos grupos de santidad, en particular los encabezados por Charles Finney en el Colegio de Oberling, comenzaron a enfatizar la total santificación como una experiencia instantánea al comienzo de la vida cristiana. Este concepto de santificación instantánea posterior a la conversión fue asimilado y su desarrollo teológico dio como resultado la doctrina del bautismo del Espíritu Santo.
Pero es recién después de la Guerra Civil, en medio de la inseguridad y aturdimiento social de esos años, cuando la tendencia pentecostal parece marcar más claramente sus contornos, buscando seguridad y poder para afrontar la anomia generada por la guerra y las luchas abolicionistas. El camino ya estaba abierto con el énfasis en la perfección total que había trascendido ya al metodismo y había germinado también en grupos de extracción calvinista.
Así, en algunos círculos del Movimiento de Santidad, el énfasis sobre la perfección y la santidad pentecostal va siendo paulatinamente reemplazado por la doctrina del bautismo del Espíritu Santo. Uno de los hitos en este desarrollo será el libro publicado por Asa Manhan de la Iglesia Metodista Protestante: El bautismo del Espíritu Santo.
Otro fenómeno que actuó como generador de las principales características del movimiento pentecostal fue la Asociación Nacional de Campamentos para la Promoción de la Santidad, (Camp Meeting) muy activa entre 1867 y 1872, sus encuentros anuales llevaron lemas tales como: “Para que todos podamos recibir el bautismo pentecostal del Espíritu Santo”, o “Recibirán poder cuando haya bajado el Espíritu”, o “Un moderno Pentecostés”. Así los temas pentecostales clásicos comenzarán a surgir en esta época.
Las bases estaban dadas pero será en 1906 que el pentecostalismo adquirirá perfiles más definidos y atención mundial mediante el avivamiento de la Calle Asuza en Los Ángeles, liderado por el pastor afroamericano William Joseph Seymour, discípulo de Charles Parham, evangelista del Movimiento de Santidad en Kansas y conductor de una Escuela Bíblica en Texas. Seymour abrió el histórico encuentro en el edificio de una Iglesia Metodista Episcopal Africana. Los aspectos interraciales del movimiento en Los Angeles fueron sorprendentes para la intolerancia de la época. El hecho de que negros y blancos celebraran pintos la Palabra ganados por mi pastor negro fue uno de los rasgos sociales más destacados del fenómeno.
El movimiento enfatiza el bautismo del Espíritu santo y sus signos visibles: hablar en lenguas y la sanidad divina. También promueve una forma emotiva y libre de adoración caracterizada por el énfasis en las alabanzas a Dios. Los temas centrales del pentecostalismo tradicional pueden sintetizarse en la fórmula. Jesús sana, salva, santifica y vuelve como rey.
Del pentecostalismo original surgieron numerosas denominaciones y movimientos como las Iglesias de Dios, la Iglesia Cuadrangular, Asambleas de Dios, Movimiento Pentecostal de Santidad, y otros.
El movimiento se extendió a Europa bajo el liderazgo de Thomas Ball Barrat, británico de origen metodista que fundó la Iglesia de Filadelfia en Noruega. Alexander A. Boddy y, ministro anglicano, dirigió un gran avivamiento pentecostal en Inglaterra en 1907.
Entre 19 10 y 1911 se fundó la Iglesia Metodista Pentecostal de Chile, la primera gran iglesia protestante autóctona de América latina. Desde principios de siglo pasado el movimiento llegó a México, Puerto Rico y otras regiones del continente. El pentecostalismo se convertiría en un gigantesco movimiento religioso en toda Lati- noamérica en la segunda mitad del siglo XX. Además de numero- sas denominaciones, existen miles de iglesias pentecostales independientes.
Pero el Movimiento de Santidad no solo derivó en Pentecostalismo.
Ejército de Salvación
En 1865 William Booth, un joven ministro metodista, dejó la Nueva Conexión Metodista para comenzar un ministerio de servicio entre los pobres de la zona Este de Londres. Junto a su esposa Catalina, convivieron con lo más bajo de la ciudad, antes que cultivar las comodidades de la clase media.
En 1878 el nomine del guapo cambió de “misión Cristiana” al conocido “Ejército de Salvación”. Así, incorporando la estética y rangos militares, el movimiento se expandió a través de todas las islas británicas.
En 1880 el misionero George Scott Railton fue enviado a Nueva York y pronto el resultado de la misión se expandió por la costa Este de los Estados Unidos.
Las doctrinas del Ejército de Salvación son los básicos de la tradición cristiana. Los puntos que lo vinculan con la tradición wesleyana son aquellos que afirman que la continuidad en el estado de salvación depende de una continua y obediente fe en Cristo. Además del punto 11 de sus “Artículos de Guerra” que afirma que “es un privilegio de todos los creyentes ser enteramente santificados’ y que su espíritu, alma y cuerpo, puede ser présenmelo sin culpa hasta la venida del Señor”.
Menonitas
Los menonitas hunden sus raíces en los tiempos de la Reforma Radical, con el liderazgo de Menno Simons. A través de su larga historia los menonitas han sufrido un gran número de cismas que se han ido expresando mediante un amplio espectro de énfasis y doctrinas, particularmente desde su ingreso a través de la inmigración holandesa, alemana y rusa hacia América del Norte. Allí y hacia fines del siglo XIX, sólo ciertos grupos menonitas filtraron en contacto con la tradición wesleyana a través del Movimiento de Santidad.
Básicamente dos fueron los grupos influenciados por la doctrina de la santificación total y la conversión emocional. Estos fueron los Hermanos Menonitas en Cristo (hoy Iglesia Misionera Evangélica) y la de los Hermanos en Cristo. La adopción de la teología de la santidad fue un desarrollo lento en estos grupos que creció a partir de las experiencias religiosas de sus primeros líderes y sobre todo por su contacto con la Asociación Nacional de Campamentos para la promoción de la Santidad (Camp Meeting), popularizados por el Movimiento de Santidad que atravesó horizontalmente muchas denominaciones establecidas y favoreció la división de otras.
La Iglesia del Nazareno
La Iglesia del Nazareno forma parte del Movimiento de Santidad. En 1885, Phineas Bresee, que era pastor de la Primera Iglesia Metodista de Los Angeles, comenzó a experimentar un sentimiento de dudas e insatisfacción como ministro metodista. Así Bresee construyó un sistema de creencias basadas en Fe, Revelación, Arrepentimiento, Nuevo Nacimiento y Destino, buscando una nueva experiencia con Dios, a través de la integración a la iglesia de todos, especialmente los pobres de la ciudad. Muchos metodistas tradicionales no toleraban este nuevo énfasis. Ellos objetaban el ministerio a los pobres y a los no metodistas lo que provocó graneles tensiones que terminaron con su expulsión de Ja Iglesia Metodista.
Así, Bresee creó su propia iglesia: la Iglesia del Nazareno, basada fuertemente sobre Fundamentos metodistas, especialmente en la concepción conexional de Ja iglesia. En lo doctrinal es central la total santificación antes de recibir “la segunda bendición” a través del bautismo del Espíritu Santo.
En 1907, la Asociación de Iglesias Pentecostales de América y la Iglesia del Nazareno se unieron para formar la Iglesia Pentecostal del Nazareno.
En octubre de 1908, Ja Iglesia de Cristo de Santidad se unió con la Iglesia Pentecostal del Nazareno siendo esa unión considerada oficialmente como la fundación de la Iglesia del Nazareno.
En 1919, el término “pentecostal” se dejó de usar debido a la negación de la Iglesia Nazarena a usar la glosolalia como señal del bautismo del Espíritu Santo. La teología Nazarena se basa en la concepción wesleyana-arminiana y también sus artículos de fe y reglas generales son las establecidas por Juan Wesley.
Las Iglesias de tradición wesleyana en Argentina
A pesar de sus inicios con vinculaciones muy estrechas y tronco común como hemos visto más arriba, las vertientes de tradición wesleyana en Argentina comenzaron a reconocerse como parte de una gran familia recién después de muchos años de haber ingresado al país.
Una de las razones para explicar esto es el hecho de que al ingresar al país, cada vertiente ya traía una historia de vida independiente y con preocupaciones particulares respecto de cómo lograr una inserción en la nueva cultura y realidad.
Otro factor importante es que, al tiempo que ingresaban las distintas vertientes, la Iglesia Metodista que estaba presente en el país desde antes podría haber oficiado de anfitrión y receptáculo, no supo o no pudo en su momento, rescatar y resaltar los aspectos comunes de todas esas tradiciones. Eran tiempos donde aún perduraban las fuerzas dispersantes que habían dado origen a las distintas separaciones que generaron aquellas vertientes.
La tradición wesleyana en Argentina se fue agregando cronológicamente a través de las siguientes vertientes:
- Iglesia Metodista Episcopal (1836) – IEMA: Iglesia Evangélica Metodista Argentina (1969 es el año en el que se produce la autonomía de la Iglesia Metodista Episcopal en Metodista Argentina)
- Ejército de Salvación (1892)
- Asambleas Cristianas (Movimiento Pentecostal Italiano) (1909) Misioneros italianos se instalan en distintas localidades del Gran Buenos Aires. Se destaca a iglesia de Villa Lynch.
- Iglesia del Nazareno (1919)
- Asambleas de Dios – Unión de .Asambleas de Dios (1920)
- Iglesia de Dios (1922)
- Iglesia Pentecostal de Santidad (1932)
- Iglesia Evangélica Pentecostal (1936)
- Asociación la Iglesia de Dios (1952)
- Iglesia Evangélica Pentecostal Argentina (1957)
- Iglesia Evangélica Pentecostal Misionera (1959)
A partir de los años 1970 comenzaron a instalarse en el país numerosos grupos étnicos, principalmente coreanos con fuerte tradición wesleyana.
Cabe destacar que los grupos menonitas presentes en Argentina no son los influenciados por el Movimiento de Santidad en los EEUU, por lo que no se interpretan a sí mismos como herederos de la tradición de santidad.