Teología e Historia, Volumen 5, Año 2007, pp. 97-103 ISSN 1667-3735
Introducción
Las Islas Georgias del Sur son uno de los lugares más aislados del mundo. Ubicadas en la latitud aproximada de Tierra del Fuego, tienen una posición importante en medio del Atlántico Sur Constan de la isla. San Pedro y de muchos islotes que la rodean. Como se sabe, la Argentina e Inglaterra se disputan su soberanía, lo que fue uno de los desencadenantes de la guerra de 1982.
Fue descubierta por la nave española San León en 1756, pero fue realmente conocida por los viajes del célebre navegante inglés James Cook en 1775, quien le puso su nombre actual, en homenaje a su rey. Durante muchas décadas quedó despoblada, aunque era visitada de vez en cuando por los barcos que se dedicaban a la caza de lobos marinos o a explorar las zonas antárticas. En 1902 las visitó el capitán noruego Car Anton Larsen, que las consideró adecuadas para una base de persecución y faeneo de ballenas. En 1905 creó la Compañía Argentina de Pesca, que se estableció allí, siendo seguida por otras. El gobierno nacional colocó una estafeta postal para unos cientos de hombres que se radicaron o pasaban por la isla. Pero paulatinamente el gobierno inglés fue desplazando a las autoridades nacionales, que no comprendieron la importancia del lejano lugar.
Con el correr del tiempo, la decadencia y las restricciones a la industria ballenera, hicieron retirarse a las empresas que se dedicaban a esa industria y las Georgias quedaron despobladas hasta que se estableció allí el British Antarctic Survey, que realiza trabajos de mucho mérito.
Todos recordamos cómo a principios de 1982 un empresario argentino consiguió autorización para desarmar y retirar las importantes instalaciones desocupadas de los balleneros y cómo eso terminó en la guerra de las Malvinas. La isla fue ocupada por los argentinos el 3 de abril de 1982 pero fue recuperada por los ingleses en la primera acción de su ofensiva.
Este rápido panorama histórico se hace necesario para ubicar lo relativo al templo que hay allí y que tiene un interés especial precisamente por estar en ese rincón del mundo.
El templo para los balleneros
El capitán Larsen llegó a la conclusión de que los hombres que vivían en condiciones tan duras necesitaban ayuda espiritual y por eso hizo edificar un templo en Gryviken, la pequeña población que era la sede de la mayoría de las compañías. Era el primero en las zonas antarticas y fue ayudado tanto por las empresas como por individuos. La Misión Noruega a los Marineros, establecida en Buenos Aires, consideró como suyo el empeño y su pastor fue el principal apoyo. Larsen decía que había tenido la idea de establecer una iglesia allí para que los balleneros tuvieran “un lugar fijo de distracción menos ‘pecaminosa’ pero que, sin embargo, los balleneros siguieron siendo muy seculares”.
El templo había estado primeramente en Strömen, Noruega, pero fue desarmado, llevado a las Georgias y reconstruido allí a fines de 1913. Fue terminado a tiempo como para ser inaugurado para la Navidad. Esa noche sonaron por primera vez sus dos campanas, fundidas en Tönsberg, en el mismo país.
Antes de eso, Grytviken había sido visitada en febrero de 1910 por Ivar Wells, de la citada misión a los marineros, donde conversó con Larsen sobre la posibilidad de que un pastor se radicara allí. En consecuencia el lº de abril de 1912 llegó Kristen Loken, recién ordenado por la Iglesia Luterana de Noruega y que había estado sirviendo en la población de Lillehammer. Se estableció en las Georgias hasta el 4 de junio de 1914. Fue un hombre muy activo y sus fotografías aún siguen siendo consideradas un importante documento sobre la industria ballenra. Pero no estaba conforme con los resultados, porque llegó a la conclusión de que “lamentablemente la vida cristiana no se mezcla muy bien entre los balleneros”.
Su lugar fue ocupado por Fridhjof Zwilgmeyer, un estudiante de teología que llegó el 14 de marzo de 1914 y quedó hasta mediados de 1916, o sea en medio de la primera guerra mundial.
Pasaron casi diez años hasta que llegó un reemplazante en la persona del pastor Fredrik Knudsen, que permaneció desde octubre de 1925 hasta mayo de 1926. El último ministro que ocupó el puesto fue Sverre Eika, de la Misión a los Marineros. No se sabe mucho de su labor pastoral, aunque sí que era un buen jugador de fútbol. Estuvo en Grytvikcn desde septiembre de 1929 hasta abril de 1931.
Luego el templo se abría y se cerraba a medida que llegaban barcos con un capellán a bordo, la mayoría de los cuales eran de la Marina real británica.
Mientras tanto, el obispo luterano de Kristiania, capital de Noruega (hoy Oslo) mandó el 17 de septiembre de 1913 un libro de registros para la iglesia, que fue comenzado a usar por el pastor Loken. Allí fueron anotados por todos los pastores del lugar las muertes y nacimientos. Hay anotacionbes posteriores, presumiblemente hechas por los gerentes de las compañías. El libro fue usado hasta 1931. Loken envió informes a sus superiores en Europa, en los que a menudo expresaba opiniones poco favorables sobre los trabajadores de la isla.
Hubo una epidemia de tifus el primer año de la permanencia de Loken, en la que murieron nueve hombres. La llevó un empleado desde Buenos Aires y la isla fue declarada en cuarentena durante el invierno de 1912. Sus nombres constan en el libro de la iglesia, aunque legalmente un magistrado, como autoridad civil, era el encargado de anotar los casamientos, nacimientos y muertes. En realidad, los doscientos cuerpos enterrados están en muchos otros lugares, donde se produjeron naufragios.
El templo volvió a ser noticia cuando se produjeron los hechos de 1982. Cuando los argentinos desembarcaron el 3 de abril, sólo había allí un pequeño grupo de militares y los civiles que formaban parte de la organización científica inglesa. No sabiendo qué podía ocurrir los civiles se refugiaron en la iglesia, más precisamente en la biblioteca que está en la parte trasera. Cuando la situación se tornó favorable a los atacantes, el Dr. Robert Headland, uno de los científicos —de cuya obra “Las islas
Georgias” tómanos muchos datos— actuó como intermediario frente a la fuerza argentina que rodeó la iglesia. Todos salieron de a uno para ser identificados y quedaron bajo custodia hasta que un mes después la isla fue recuperada por los ingleses.
Con el tiempo —que en este caso no son sólo los años sino también la realidad de ser uno de los peores climas del mundo— el edificio se fue deteriorando. Por eso entre 2006 y 2008 se le hizo una reparación general. La nueva torre fue colocada por medio de un helicópero. Por todo eso, el edificio quedó en muy buenas condiciones y sigue siendo cuidado con esmero. Ahora es el mejor de los establecimientos.
Los últimos años
Después de la guerra, se resolvió anular la decisión de retirar la estación científica, aunque no se envió a nadie para la parte espiritual.
Algo que no se podía esperar ha sido el alto número de turistas que visitan las Georgias, como una de las etapas del crucero a la Antártida. Son centenares al año y todos los que desembarcan quieren conocer el templo.
Además visitan el museo anexo, pequeño pero muy interesante, que muestra cómo era la vida en tiempos de la industria ballenera. Desde aquella época también hay una biblioteca circulante.
No ha habido otros ministros radicados, pero el templo se ha abierto con frecuencia y no sólo para turistas curiosos. El 21 de octubre se realizó allí un culto recordatorio del bicentenario de la batalla de Trafalgar.
Varias veces ha habido casamientos, aunque por cierto hay que hacer un largo camino para llegar a ese templo. En realidad, se trata de ceremonias civiles presididas por la autoridad local. El primero fue el 24 de febrero de 1932 entre A. G. N. Jones y Vera Ricks. Han seguido varios otros, para los cuales los novios deben hacer un larguísimo viaje desde Inglaterra.
Como edificio simbólico, el templo ha tenido diversos usos, como biblioteca, cine y hasta depósito. Han tenido lugar allí distintas clases de ceremonias y actos. Por ejemplo, el 12 de marzo de 2005, hubo un concierto a cargo del barítono alemán Burckhard von Puttkamer, quien después dijo que cada vez que canta le viene a la mente la imagen de aquella iglesia rodeada de montañas, nieve y pingüinos.
Un carácter especial tuvo el velatorio del destacado explorador antártico Sir Ernest Schackleton, fallecido allí de un infarto en 1932. El 17 de diciembre de ese año estuvo el deán de la catedral de las Malvinas para consagrar su tumba. Está enterrado en el cementerio local y en el templo bay una placa que lo recuerda.
Para poner otro ejemplo, a fines de 2005 por la presencia de naves inglesas, se realizó un culto de Nochebuena, en el que predicó el Rev. Steve Parselle, capellán del Endurance, el barco científico de la zona. El templo estaba muy decorado, incluso con un árbol alusivo. A la mañana siguiente, se realizó un oficio de comunión y el 27 hubo otro casamiento. Los novios se llamaban Jo Parker y Neil McAndrews. La ceremonia fue estrictamente civil e incluyó la lectura de un poema, una pieza en órgano y una canción de cuna de Samoa en saxofón.
La capacidad es de ochenta a cien personas, con bancos de madera. Hay varios objetos recordatorios y placas y todo tiene un aire de sencillez y de homenaje a quienes pasaron por allí. Cuando llegan barcos de turismo o de guerra, se realizan cultos que tienen un sentido especial y emotivo por la ubicación geográfica. Ello permite que no se pierda totalmente el sentido de espiritualidad que debe ser la razón de ser de un templo.
Es una historia muy simple, pero reconozcamos que significativa.