Teología e Historia, Volumen 2, Año 2004, pp. 209-214 ISSN 1667-3735
Mujeres en el movimiento metodista (Inglaterra)
En la Inglaterra de la primera mitad del siglo XVIII, viviendo el momento de la Revolución Industrial, tiempo de muchos conflictos y transformaciones, nació el movimiento llamado metodista, que provocó reacciones diversas en la sociedad de la época. Es difícil determinar una fecha para el nacimiento del movimiento pero se puede llegar a algunas conclusiones a partir de la obra Short History of the people called Methodist (Pequeña Historia de un pueblo llamado Metodista) de John Wesley y escrita en el año 1781. En esta obra él menciona tres “nacimientos” del movimiento:
- El primer nacimiento del metodismo, así llamado, fue en noviembre de 1729 cuando cuatro de nosotros nos reunimos en Oxford;
- El segundo fue en Savannah, abril de 1736, cuando veinte o treinta personas se reunieron en mi casa;
- El último fue en Londres, el 1° de mayo de 1738, cuando cuarenta o cincuenta de nosotros empezamos a reunimos todos los miércoles al atardecer para conversar libremente empezando terminando con canciones y oraciones…
El movimiento metodista creció, las sociedades se multiplicaron y sus acciones (expresiones vivas de fe) se hicieron conocidas por toda Inglaterra. Entre todos los grupos de la sociedad que se sumaron al movimiento hubo una gran parte de mujeres.
Se sabe que el 4 de abril de 1739 nacía en Bristol la primera sociedad metodista de mujeres, cuenta J. Wesley en su diario:
“Al caer la tarde, tres mujeres, arreglaron encontrarse una. vez por semana con las mismas intenciones que las de las otras personas de Londres, para confesar sus faltas y orar unas con las otras y así poder ser sanarlas”.
Lamentablemente no ha llegado —hasta estos pagos— mucha información sobre las tantas participaciones femeninas, pero podemos afirmar:
- ellas fueron casi 60% de participantes del movimiento naciente;
- ellas fueron líderes de clases;
- ellas fueron misioneras y mantenedoras (incluso económicas);
- ellas fueron predicadoras (incluso itinerantes) en un tiempo donde esto no se hacía;
- ellas fueron educadoras en un tiempo sobre el que Daniel Defoe escribía lo siguiente:
“La gran diferencia, que podemos ver en el mundo entre hombres y mujeres está en la educación… Todo el mundo está equivocado en su práctica con las mujeres. Yo no puedo creer que el Dios Todopoderoso que las hizo tan delicadas, tan gloriosas criaturas y las adornó con tanto encanto, tan agradables y deliciosas al genero humano; con un espíritu capaz de las mismas realizaciones que los hombres; y todo para que sean criadas (sirvientas) de nuestras casas, cocineras y esclavas…”.
Y termina diciendo:
“Me refiero a la práctica de estos felices días (si es que algún día llegan) cuando los hombres serán suficientemente sabios para reparar”.
(La Educación de las Mujeres)
Estas mujeres metodistas del siglo XVIII expresaron su fe con mucha fuerza en las sociedades y comunidades a las cuales pertenecían. En la investigación realizada fue posible encontrar muchos nombres y describir el tipo de actividades que ellas desempeñaron. Todas fueron muy importantes para la consolidación y desarrollo del pueblo llamado metodista. Por supuesto que entre todas hubo algunas líderes que se deben conocer con más profundidad para comprender mejor el proceso de conversión y acción (como expresión de fe) relacionado a la vida del pueblo pobre y marginado, tan característico de las raíces metodistas.
Mujeres metodistas en Estados Unidos (orígenes)
El metodismo se expandió por el mundo y las mujeres continuaron sirviendo. Sabemos que el movimiento metodista se hizo Iglesia en 1784, en Estados Unidos. En todo el proceso de instalación, formación y crecimiento de la Iglesia Metodista naciente, las mujeres participaron con mucha fe y fuerza, aunque muchas nunca fueron mencionadas.
Por supuesto que en aquellos tiempos no les eran permitidas las funciones sacerdotales y ni siquiera (como había sido posible en Inglaterra) podían predicar. En Estados Unidos las mujeres metodistas se dedicaron a la educación, al servicio directo en las congregaciones, al cuidado de enfermos, a la lucha por los derechos de la mujer, a la organización de grupos de templanza, a buscar recursos para atender personas necesitadas, a la construcción de templos, colegios y universidades.
Debemos mencionar que en 1817 en Nueva York, se organizó una Sociedad de las Sociedades de Mujeres; que en 1818 durante la Conferencia de Baltimore, se organizó una Sociedad Misionera Femenina (con el objetivo de cubrir las necesidades de los predicadores y sus propósitos misioneros); que en 1826 en Tuscumbia, Alabama, se organizó un grupo para orar en la búsqueda de la consolidación el avivamiento religioso. En 1900, después de años de mucha lucha, con la nueva constitución de la Iglesia Metodista Episcopal, ellas conquistaron el derecho de participar (con voz y voto) de las Asambleas. La ordenación de la primera mujer como Presbítera fue en 1898 por la Iglesia Metodista Espiscopal Zion y fue una mujer negra.
Fue desde allí que llegó el metodismo a nuestros pagos, fueron misioneros y misioneras estadounidenses que trajeron en 1838 —y definitivamente en 1869— las doctrinas y desafíos wesleyanos. Entre esos muchos desafíos estuvo el de la capacitación de las mujeres para el servicio y el liderazgo. La Sociedad Misionera Unida para Ultramar nació como respuesta a un pedido (proveniente de la India) de ayuda a las mujeres nativas; el argumento era: “las mujeres sólo pueden ser desafiadas al servicio, a la capacitación, a la producción teórica específica para ellas, por otras mujeres nativas…”. La respuesta de las mujeres estadounidenses vino en forma de organización, enviando y apoyando mujeres misioneras para capacitar profesoras nativas y lectoras-interpretes de la Biblia en tierras extranjeras.
Mujeres metodistas en el Uruguay (pequeño resumen histórico)
Es evidente que las mujeres participaron de la instalación y desarrollo del metodismo en Uruguay desde el principio (1838). También es evidente que no tenemos muchos de sus nombres y participación, con seguridad escondidos detrás del Sra. de… tan habitual en nuestra cultura, principalmente en aquella época. Se sabe que muchas misioneras (educadoras y sirviendo en las escuelas), esposas e hijas de misioneros dedicaron gran parte de sus vidas a la misión en nuestro país. También se sabe de la dedicación y valentía de las primeras miembros de la Iglesia que tuvieron que enfrentar —así como ellos— la oposición de una sociedad católica muy fuerte. No se puede dejar de recordar el nombre de la Srta. Cecilia Guelfi que puede ser considerada una de las primeras misioneras nativas de estos parajes, gran maestra de maestras: cuando falleció, ella y sus alumnas tenían más de 17 escuelas gratuitas por todo Montevideo). Una de las alumnas de Cecilia, Carmen Chacón, uruguaya de San Ramón, a los 16 años se fue en misión al Río Grande del Sur (Brasil) y fundó un colegio que permanece hasta el día de hoy.
Se debe mencionar también todo el trabajo realizado por las Comisiones de Beneficencia para el socorro de enfermos y necesitados (1877); la Sociedad de Damas de Porongos (1883); las Sociedades de Beneficencia de Señoras (la primera fue la de La Aguada en 1897); la Comisión Auxiliar “Rebeca McCabe (que colaboró económicamente con la construcción del Templo, organizada en 1902); las escuelas dominicales dirigidas por mujeres; las construcciones apoyadas con dinero por las Juntas de Mujeres: templos, terrenos, colegios; la organización y el trabajo para comprar el órgano de la Iglesia Central, comisión dirigida por Jeanni Banks de Coates (1917); la obra “El buen Samaritano” (1919) para las madres de los niños y niñas que asistían a la Escuela Dominical en el Cerro; los grupos de mujeres organizados desde las escuelas metodistas para apoyar las actividades y el servicio de la Iglesia; la primera diaconisa Hortensia Droz (en los años 20); la primera mujer reconocida como predicadora local Licenciada Isabel González Vásquez de Rodríguez, de la Iglesia de La Aguada (1923); la primera Liga Femenina Evangélica (1921) y el Primer Congreso de las Ligas Metodistas Femeninas (en Federación) (1925); la primera mujer ordenada Presbítera en América latina, Ilda Vence (en los años 60); la primera mujer laica presidenta de una Iglesia Metodista Nacional, Margarita Grassi; mujeres que marcaron nuestra historia, sin olvidarnos de Prudencia Castro, Violeta Caballero, Violeta Briata… y muchísimas más participantes de las sociedades femeninas y senadoras anónimas o no.
Es una linda historia de amor, fe y servicio que tiene que ser contada y celebrada. Muchas y muchos de nosotros seguramente tenemos el recuerdo de alguna mujer en nuestra Iglesia a quien queremos homenajear. Está dedicado a ciarle gracias a Dios por la vida de todas estas mujeres. ¡Gracias, Señor, por tanto servicio, amor y dedicación!
Aclaración 1: Esta investigación, que recién empezó, está incompleta, faltan muchísimas historias y nombres, por eso sería excelente si cada grupo pudiese investigar en su iglesia historias de mujeres y grupos al servicio del Señor.
Aclaración 2: El texto que compartimos vio la luz en ocasión de los 125 años de la organización de la Primera Iglesia Metodista en el Uruguay, este domingo 29 de junio de 2003.