Teología e Historia, Volumen 1, Año 2003, pp. 167-180 ISSN 1667-3735
Palabras claves: Historia. Protestantes. Templos. Educación.
Introducción
Es necesario aclarar dos cuestiones antes de avanzar en el texto. La primera es que el título es excesivo. En estas líneas nos abocaremos sólo a reseñar algunos datos de la llegada de los protestantes a Buenos Aires y su significación social en la sociedad del siglo diecinueve. Dado que las iglesias se suelen hacer visibles por sus templos daremos algunos datos y analizaremos la significación de sus templos en relación con la vida de las comunidades que albergaban. La segunda es más sutil y tiene que ver con el uso del lenguaje: para la arquitectura la palabra “iglesia” remite a un determinado tipo de edificio, en genera! claramente identificado respecto del resto de las construcciones, y -siguiendo el uso cotidiano de la palabra- se tiende a asimilar su sentido al de la institución eclesial que representa. Desde el punto de vista de la teología, la misma palabra remite a un referente totalmente distinto. En teología -y especialmente en la teología protestante- “iglesia” es una comunidad de personas que se reúnen en tomo a la Palabra de Dios e intentan vivir de acuerdo con ella. Como consecuencia de esto se da que a los efectos de encontrarse para sus actividades construyen un templo, el cual será funcional para esa actividad. De allí que en esta concepción, la iglesia sea la comunidad de personas que se reúnen y el templo el espacio físico donde esa comunidad desarrolla parte de su misión, ya que de hecho se siente a sí misma llamada a vivir la fe más allá de las paredes del templo que ha construido. La distinción no es caprichosa. Si nos acercamos desde cualquiera de estas disciplinas sin tener en cuenta la otra, por un lado consideraremos los templos como objetos de arte desvinculados de una comunidad, por el otro se insistirá en su sentido religioso pero se desconocerá el valor simbólico y semántico que el estilo, los ornamentos y los detalles arquitectónicos poseen y que no son obra de la casualidad sino de una intencionalidad específica. En el siglo XVIII a los diseñadores de Iglesias se les indicaba que cada detalle del edificio debía tener una significación propia.
Hecha esta salvedad, es evidente que ambas disciplinas pueden dialogar creativamente. Una construyendo el espacio y humanizando el diseño donde la comunidad se ha de reunir; la otra reflexionando sobre el sentido del espacio creado, su significación y valor. Lo que sigue será un fugaz intento de aportar en esa dirección.
1. Primeros protestantes en Buenos Aires
Las primeras noticias de protestantes en estas tierras las tenemos como consecuencia de las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Sabemos que vanos soldados y oficiales ingleses contraen matrimonio con mujeres criollas. Luego de la reconquista y expulsión algunos de estos ingleses deciden quedarse en Buenos Aires y pasan a ser los primeros habitantes permanentes protestantes de los que tengamos noticias confiables. Durante el período de la colonia se habla de residentes “extranjeros”, los que probablemente fueran de origen inglés, y también de “portugueses”, pero es sabido que esta era una expresión de las mismas autoridades políticas en este rincón de los territorios virreinales para ocultar la presencia de personas judías que se habían ganado el respeto de los vecinos y no querían quedar a merced de algún brote inquisitorial. Sabemos también que no hubo un templo protestante sino hasta 1821 en que se construye la capilla del recién creado cementerio protestante en terrenos comprados para tal fin con autorización del gobierno nacional. Este fue el primer cementerio no católico ya que hasta ese entonces los únicos cementerios estaban adosados a los templos católicos, lo que obligaba a una serie de incómodos subterfugios para sepultar a un protestante y no comprometer al párroco que en general actuaba con sana humanidad en estos casos. No tenemos una descripción de esa capilla que funcionó hasta 1824 pero sabemos que poseía un pórtico dórico y que es considerada “el primer antecedente de arquitectura neo-clásica en Buenos Aires”2. Para esa misma época -en 1821- se crea el cementerio “del Oeste”, actual cementerio de la Chacarita, prohibiéndose de allí en más el entierro en los terrenos aledaños a las iglesias católicas, aunque ésta continuó ejerciendo el control y dominio del nuevo cementerio.
Con anterioridad a esa capilla las reuniones protestantes -que no eran aún regulares- se celebraban sobre los barcos ingleses anclados en el puerto, los que en ciertos casos incluían un capellán de abordo que oficiaba el servicio religioso para la comunidad residente en la ciudad. También en los barcos se oficiaban los casamientos de personas pertenecientes a estas Iglesias, ya que mientras no hubo registro civil sólo la Iglesia Católica podía casar una pareja. Estos casamientos los hacía el capellán del barco, pero a falta de este las bodas las celebraba el capitán a cargo de la nave y se asentaba en el registro de la misma. Habría que esperar hasta 1833 para que el gobernador Viamonte autorizara el matrimonio civil con el fin de resolver el problema de los llamados matrimonios “mixtos”, es decir cuando un cónyuge pertenecía a la Iglesia católica y el otro a una protestante.
Sabemos que el 19 de noviembre de 1820 tuvo lugar la primera reunión formal protestante en América Latina. Se desarrolló en la casa de un comerciante inglés llamado J. Dicksom residente en Buenos Aires, quizá un excombatiente de las invasiones inglesas3, comenzándose en esa casa de familia una actividad religiosa regular que ya no se iba a interrumpir y que luego sería continuada por las Iglesiasque a los pocos años comenzaron a establecerse formalmente. Había sido organizada y convocada por Diego Thompson4 quien había arribado a Buenos Aires en el año 1818. Es de notar que Thompson tenía una doble representación. Venía como representante de la Sociedad Escolar Lancasteriana y de la Sociedad Bíblica, organismo cuyo fin es hasta hoy la distribución de las Escrituras. Aunaba en su persona esas dos vocaciones, y entonces propone al Cabildo de Buenos Aires la creación de escuelas públicas siguiendo el sistema lancasteriano desarrollado por Andrew Bell en la India y Joseph Lancaster en Inglaterra5. Este nuevo sistema era considerado un modelo educativo que fortalecía los sistemas democráticos que habían surgido al calor de las revoluciones en Norte América y Francia6. Su propuesta es ampliamente acogida y el 17 de agosto de 1919 el Cabildo lo nombra Director General de Escuelas. En diciembre ya había fundado la primera escuela con ese sistema en nuestras tierras. Partió de Buenos Aires en 1821 habiendo recibido caita de ciudadanía honoraria por parte del gobierno. Para ese entonces dejaba en la ciudad siete escuelas funcionando, seis de varones y una de mujeres. De viaje hacia Chile se detiene en Mendoza y San Juan donde establece allí también las primeras escuelas lancasterianas en esas provincias. Para ese entonces Domingo F. Sarmiento que iba a ser uno de los intelectuales más influyentes de su generación y creador de escuelas, tenía 10 años y vivía en esa provincia.
La siguiente capilla de la que tenemos noticias es el templo anglicano inaugurado en 1825 del cual no tenemos una descripción y que fue el antecedente de la actual catedral anglicana ubicada hasta hoyen la calle 25 de Mayo al 200 sobre un terreno cedido por el entonces gobernador Juan Manuel de Rosas. Este templo se construyó dentro del clima creado por el reconocimiento por parte de Inglaterra de la independencia argentina y del tratado de amistad y comercio firmado entre ambos Estados en febrero de ese año. En dicho tratado, el artículo 12 dice:
“Los súbditos de S.M.B. residentes en la Provincias Unidas del Río de la Plata, no serán inquietados, perseguidos, ni molestados por razón de su religión; más gozarán de una perfecta libertad de conciencia, celebrando el oficio Divino dentro de sus propias casas, o en sus propias particulares iglesias o capillas, las que están facultados para edificar y mantener en los sitios convenientes, que sean aprobados el gobierno de dichas Provincias Unidas…”7
Con posterioridad se inauguró en 1831 el nuevo templo anglicano en reemplazo del anterior Este nuevo templo a pesar de las sucesivas remodelaciones y agregados hechos a lo largo de los años, continúa hasta nuestros días preservando la estructura general de aquellas viejas paredes, y es el templo protestante más antiguo de América Latina.
Luego se suceden una serie de nuevas construcciones a caigo de distintas comunidades que ya se habían establecido algún tiempo atrás. La Iglesia Presbiteriana Escocesa inaugura su templo en 1835 en la calle Piedras. La Iglesia Luterana se organiza en 1843 a partir de inmigrantes alemanes y construye su templo en la actual calle Esmeralda. La Iglesia Metodista que se había constituido en 1836 inaugura su primer templo en 1843 en un terreno ubicado en la calle Cangallo. De ese templo metodista no nos queda más que un boceto de su planta y frente, el que era de estilo neo-clásico, con columnas y frontis8. Fue demolido luego de algunas décadas y reemplazado por el actual templo de estilo neogótico ubicado en la calle Comentes 718 que fue inaugurado en 1872.
2. Dos modos de llegar
En la llegada del protestantismo a estas tierras hubo dos modelos bien nítidos. La sociología los ha llamado iglesias de transplante e iglesias de misión9. Las primeras son las comunidades que llegaron con los inmigrantes, quienes junto con su cultura, idioma y escuela trajeron su iglesia. En ese modelo la iglesia fue “transplantada” a estas tierras y tuvo como uno de sus fines mantener ciertos elementos de la cultura de origen. Así el idioma, las fiestas, etc. que se celebraban en el país de origen, se continuaban en la iglesia local. Se consideraba a sí misma la iglesia de esa colectividad y si bien no se cerraba a los nacionales, de hecho el estilo de la iglesia estaba tan íntimamente ligado a los inmigrantes que muy pocos que no participaran del grupo se incorporaban a ella, en general siempre por uniones matrimoniales con criollos o criollas. De este modelo podemos nombrar la Iglesia Presbiteriana Escocesa cuyo templo de la Avenida Belgrano fue descripto en este Congreso por el prof. Francisco Corti, y la Iglesia Danesa que construyó su templo en la calle Carlos Calvo al 20010 Otras colectividades también trajeron junto con sus tradiciones a sus iglesias. La vinculación con la cultura de origen se reforzaba por el hecho de que los pastores solían venir del extranjero y volvían a su país de origen al finalizar su período de trabajo. En ese sentido se hacía más difícil la identificación con la cultura local.
El segundo modelo es la Iglesia misionera. En este modelo la iglesia llega al país con la intención de acriollarse y de hacer misión entre la población nacional. En un principio solía constituirse sobre la base de algún grupo extranjero ya miembro de esa iglesia en particular, pero la intención y la estrategia de sus pastores estaba dirigida a transformarse en una iglesia nacional. Se procuraba generar pastores nacionales y fomentar el liderazgo local. Los pastores extranjeros eran entrenados en el conocimiento del idioma castellano ya que se esperaba de ellos una clara inserción en la sociedad criolla. No es de extrañar entonces que estas iglesias misioneras privilegiaran en su arquitectura las líneas simples, la austeridad, la posibilidad del hacer uso del único salón para más de una actividad. La Iglesia Metodista y algunas décadas más tarde la Iglesia Bautista, son ejemplo de este modelo misionero de encarar su presencia en estas tierras.
Es necesario destacar también que si bien la Iglesia Metodista se inicia agrupando a personas de origen inglés, en general comerciantes y luego empleados de los ferrocarriles, la organización de la iglesia es llevada adelante por misioneros norteamericanos. En ese sentido es posible señalar una diferencia entre el metodismo inglés y el proveniente de los Estados Unidos. Mientras el primero hubiera tendido al modelo de iglesia de transplante, el norteamericano vino con un claro signo de iglesia de misión. En cierto sentido aquellos misioneros norteamericanos no se sentían demasiado extraños en este país que por entonces compartían una realidad y un proyecto que se parecían bastante el uno al otro. Ambas eran naciones jóvenes y habían sido hasta hacía poco, colonias de países europeos. En ambos casos existía el desafío de “conquistar el desierto” corriendo al indígena y guerreando con él hasta el exterminio a fin de ampliar la zona de cultivo y criado de ganado. En los dos países se iba creando un sector social: los chacareros o farmers que a su vez iban necesitando nuevos inmigrantes para trabajar las tierras conquistadas. La educación formal y popular era en ambos casos una realidad reciente pero firme, que se extendía junto con la instalación de nuevos pueblos y la llegada del ferrocarril y su necesidad de una porción creciente de mano de obra calificada, empleados de escritorio y personas que pudieran administrar una escuela, una comisaria o un negocio. Promediando la segunda mitad del siglo XIX ambas naciones se organizan luego de un período de guerras internas, las que luego de ser superadas permiten vislumbrar un futuro promisorio respecto a la inserción en el mundo económico. Por último se parecían en que -al menos para los protestantes- la Iglesia era un lugar central de socialización y de integración a la vida comunitaria. Toda esta inmensa masa de personas que en número creciente comienzan a poblar (en verdad a re-poblar luego de des-poblar los territorios de indígenas), encuentran en la comunidad de fe un lugar donde encontrar y dar afectos, donde organizar sus vidas y proyectos, donde compartir los sueños y también las frustraciones de esta América que no era tan generosa al momento de repartir sus insondables riquezas. Ya para 1860 o 70 la Iglesia Metodista se ha transformado en una iglesia criolla bien establecida en la ciudad.
Son innumerables las historias personales de inmigrantes que llegaban analfabetos de su Europa natal y habiéndose integrado a una comunidad protestante eran invitados a aprender a leer y escribir “porque usted tiene que leer la Biblia por sí mismo”. En muchos casos cuando no había otra posibilidad la enseñanza se daba en la misma iglesia y el pastor era entonces clérigo y docente improvisado11. Claro que se aprendía a leer pero no sólo para recorrer las páginas de la Biblia. También en esas iglesias se le decía que debía leer los diarios, instruirse, y luego reclamar sus derechos, organizar el sindicato, porque su trabajo valía y porque “usted es responsable por su familia” y por el futuro de sus hijos. Los protestantes que eran liberales a mediados y fin de siglo se van tomando socialistas hacia comienzos del siglo XX y participan en la organización del movimiento obrero de aquellos tiempos tanto como en la organización de los partidos políticos.
3. Dos templos de Lomas de Zamora
Brevemente deseamos describir dos templos de la zona sur del Gran Buenos Aires. Pero no en sus aspectos arquitectónicos sino en su significación religiosa y social. En primer lugar nos referimos a la capilla del Cementerio de Disidentes de Lomas de Zamora, ubicada en el final de la actual Av. Garibaldi en la localidad de Llavallol. Fue construida a comienzos del siglo XX y tiene dos elementos que es necesario destacar. En primer lugar su planta central de forma octogonal. Es llamativo este diseño entre nosotros aunque no lo era en los primeros siglos del cristianismo. Tenemos evidencias arqueológicas de que las primeras iglesias orientales solían construirse sobre una planta octogonal12. El ejemplo más impresionante es el de la iglesia de Cafarnaúm en Israel, a orillas del mar de Galilea donde se reunía una de las primeras comunidades cristianas y las excavaciones han puesto en evidencia que tenían esa forma13. El surgimiento del octógono tiene que ver con la significación de este número en la tradición cristiana. Desde temprano se lo relacionó con la resurrección de Cristo debido a que ocho son ios días entre la entrada de Jesús en Jerusalén (hoy celebrado en el domingo de Ramos), y su resurrección14. De allí que al celebrar la vida renacida en la resurrección se utilizara este número para la planta de las iglesias y, en mayor medida, esa forma se transformó en un diseño aplicado a las pilas bautismales hasta el día de hoy. Tanto las de tamaño mayor (con un diámetro de hasta 2 mt.) en la cual la persona se introduce dentro de la piedra, la que es rodeada por la comunidad, como las más pequeñas que permiten depositar el agua a ser derramada por el oficiante, suelen seguir este diseño. Que una capilla de cementerio lleve esta forma no es sólo una muestra de buen gusto estético sino un testimonio de la fe protestante para la cual el acto central de la Pascua es la Resurrección, y por lo tanto la capilla recuerda ese momento en su planta. En el interior, el lugar destinado al féretro no es cerca del altar -que está ubicado en uno de los lados-sino en el centro mismo del octógono, simbólicamente el lugar de la resurrección. De modo que se opera un traslado del lugar del oficiante, el cual está ubicado junto al altar, hacia el centro de la capilla donde convergen todas las líneas del diseño y se ubica al fallecido.
El segundo elemento a destacar es el lugar que ocupa la capilla dentro del cementerio. Lo habitual es que las capillas estén ubicadas en la entrada o cerca de ella. No es este el caso. Nuestra capilla está localizada en el centro mismo del cementerio, al menos en el que fuera el centro geográfico al momento de su inauguración. De modo que para llegar a ella hay que recorrer un tramo rodeado de tumbas. Así la capilla no es la puerta de entrada al lugar de ios muertos sino el espacio de bendición que alcanza a todos los que descansan a su alrededor. Su ubicación sugiere que no es solo un espacio para recibir a quien ingresa sino un lugar de referencia desde todos ios ángulos del cementerio. Es notable la fuerza simbólica que tiene esta ubicación. Las personas que acompañan al fallecido son llevadas hasta el centro del cementerio, no pueden eludir la realidad de estar rodeados de tumbas, las han de ver, incluso quizás reconozcan algunos nombres en el recorrido. A la vez, llegarán a un lugar donde la resurrección es celebrada y donde todo indica esa dirección. La capilla tiene tres puertas grandes desde las cuales se pueden ver las tumbas que la rodean. Pero el mensaje es de esperanza y de vida.
La Iglesia Metodista de Lomas de Zamora ha sido largamente estudiada por arquitectos e historiadores. El templo fue construido en 1895 y modificado levemente en dos oportunidades15. En estas líneas quisiéramos resaltar dos cosas de su edificación. En primer lugar sus líneas neogóticas pero sencillas, casi como si fuera una versión campesina del neogótico. A la vez su mezcla con ventanas de medio punto de carácter románico las que fueron posteriormente retocadas en los vitreaux que inducen visualmente hacia la ojiva neogótica. Esta libertad de estilo tiene que ver un poco con la influencia norteamericana que se sentía menos atada a estilos europeos, y más independiente de las tradiciones no solo arquitectónicas sino también políticas y culturales. A la vez al hecho de que a fines de siglo esta comunidad podía considerarse semirural -aunque la mayoría de los feligreses fueran empleados del ferrocarril-, y eso le daba tanto el carácter austero como la libertad en el diseño. Es de notar que el vitreaux. tríptico de la entrada que reproduce un clásico óleo británico16 tiene modificadas las flores originales y han sido sustituidas por flores autóctonas como cardos y otras. Esto habla por un lado del origen de la comunidad, pero también de la intención de acriollarse. Es necesario decir que esta intención nunca se dio pura sino en tensión y en conflicto con sentimientos naturales de vinculación con la tierra de los antecesores.
En segundo lugar deseamos señalar el típico carácter de templo comunitario que toda iglesia protestante lleva al menos como primera intención. Quizá sea exagerado hablar de salón de usos múltiples, pero en aquellos tiempos iniciales este templo cumplía las funciones de salón de reuniones, culto y alabanza, espacio para los jóvenes, para encuentros de la comunidad, etc. En ese sentido es un buen ejemplo de ese carácter no edificio de la palabra “iglesia” del que hablábamos al comienzo de estas páginas. Allí se preparaba el lugar para la devoción del domingo pero también se abría para recibir a los niños y a las señoras que durante la semana encontraban allí un lugar de socialización y sostén. En los primeros años de su construcción esta iglesia tuvo una escuela que funcionaba en las mismas instalaciones y que fuera luego cerrada al construirse otras instituciones educativas en la zona.
Palabras finales
Corresponden unas palabras finales a esta brevísima exposición de lo que los protestantes significan para nuestra cultura y país. El arribo del protestantismo a la Argentina estuvo vinculado -aunque no con exclusividad- a la llegada tanto de las corrientes liberales de pensamiento como a las empresas y el comercio internacional producto de tal nuevo modelo social. También lo estuvo a las nuevas corrientes inmigratorias que ese liberalismo generó en el mundo y de las cuales la Argentina fue un entusiasta receptor. En ese sentido creemos que corresponde señalar que las Iglesias protestantes deben hacerse cargo tanto de los beneficios de tal modelo cultural y económico con el cual ellas contribuyeron, como así también de sus consecuencias, las más de las veces frustrantes para nuestros pueblos. Al instalarse en nuestro país estas Iglesias traían los valores -y a veces la tecnología y el conocimiento- de la modernidad, al mismo tiempo que reproducían sus errores, entre ellos el de confundir protestantismo con desarrollo cultural superior o con un estilo de vida más civilizado y moderno. Sin quererlo participaban de cierto sentimiento de triunfalismo basado en el éxito de los países del norte. En su descargo se puede decir que con raras excepciones no contaron con apoyo económico estatal del país de origen ni en forma directa de las empresas comerciales presentes en el país, aunque los vínculos siempre existieron. También que a poco de andar el sostén económico era mayormente local, producto del aporte de los miembros de cada comunidad, lo que les dio desde un comienzo autonomía ideológica -y teológica- respecto de sus iglesias madres y de los gobiernos europeos o norteamericano. Esto último va a tener matices según la iglesia y según que el modelo fuera de transplante o misionero.
Lo que es evidente es que el protestantismo llegó para quedarse desde los primeros años de la Independencia. Y que ha contribuido con trabajo manual e intelectual a construir este país, así en sus grandezas como en sus errores. Con casi dos siglos de actividad ininterrumpida se puede decir que hoy son iglesias integradas a la vida social, cultural y política en sus distintos ámbitos y niveles. No hay casi una ciudad o pueblo argentino donde no haya una comunidad y un templo protestante. Pero esos templos tendrán sentido si albergan una comunidad de fe que se deja iluminar por las Escrituras, buscan la orientación de Dios para sus vidas y sirven al prójimo compartiendo lo mucho o poco que tengan con aquellos cuyas necesidades materiales o espirituales demanden su presencia.
Pablo Rubén Andiñach, es Doctor en Teología, Profesor de antiguo Testamento y Decano del Instituto Universitario ISEDET Dirige la publicación Cuadernos de Teología y ha publicado variados artículos de su especialidad, un “comentario al Cantar de los Cantares”, “Comentario al Libro de Génesis” (en prensa). Es pastor de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina. (IEMA)
1 El presente texto es una adaptación de la ponencia presentada en la Catedral de La Plata durante el Primer Congreso de Patrimonio Neomedieval, La Plata, Argentina, 1998.
2 Alberto S. J. De Paula, “Templos rioplatenses no católicos”, en Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, U.B.A. (1963), p. 75.
3 Daniel P. Monti, Ubicación del Metodismo en el Río de la Plata, Buenos Aires, La Aurora, 1976, p. 7.
4 Su mejor biografía es la escrita por Juan C. Varetto, Diego Thompson, apóstol de la instrucción pública e iniciador de la obra evangélica en la América Latina, Buenos Aires, 1918.
5 Joseph Lancaster era inglés y vivió varios años en Colombia bajo la. protección de Simón Bolívar, quien colaboró en la implementación de su sistema y la popularización de la educación. La técnica de “educación mutua” había sido creada por misioneros ingleses en la India y luego aplicada en Inglaterra entre los sectores más pobres de la población. Lancaster fundó a los veinte años su colegio en Londres, pero debió salir de su país hacia América por presiones políticas de los sectores conservadores.
6 Para una descripción del sistema y su relación con el naciente espíritu democrático véase N. Abbagnano y A. Visalberghi. Historia de la Pedagogía, México, Fondo de Cultura Económica, 1979, p. 449-51.
7 Citado en Daniel P. Monti, Presencia del protestantismo en el Río de la Plata durante el siglo XIX, Buenos Aires, La Aurora, 1968, p. 62-63.
8 A.G. Tallón, Historia del Metodismo en el Río de la Plata, Buenos Aires, Imprenta Metodista, 1936, p. 48.
9 Véase para una descripción de los énfasis teológicos de estas modalidades Waldo L. Villalpando y Christian Lalive D’epinay, Las iglesias de transplante, Buenos Aires, Centro de Estudios Cristianos, 1970; José Miguez Bonino, Los rostros del protestantismo latinoamericano, Buenos Aires, Nueva Visión, 1995. Hay un interesante análisis del primer asentamiento no indígena en la patagonia llevado a cabo por galeses cuyas capillas fueron analizadas en este Congreso por Fernando Williams, en el artículo de Daniel Ochoa, “Inmigración protestante y desarrollo económico. La colonia del Chubut 1865-1904”, Cuadernos de Teología, XII (1992), p. 7-28.
10 Andrés Albertsen y otros, 75 años de la Iglesia Dinamarquesa, Buenos Aires, 1999; para la inmigración holandesa y la llegada de la Iglesia Reformada véase la obra de Gerardo C. Oberman, Antiquum peractum sit. La historia de la inmigración holandesa en la Argentina y los orígenes del movimiento reformado (1888-1910), Buenos Aires, 1993.
11 Este énfasis en la educación estuvo presente desde los primeros años de los protestantes en la Argentina. Era habitual que junto a una iglesia se iniciara una escuela que para el caso de las iglesias misioneras no estaba dirigida a la propia feligresía sino a la comunidad en su conjunto.
12 Con posterioridad muchas mezquitas siguieron este diseño.
13 Véase Stanislao Loffreda, Recovering Capharnaum, Jerusalén, Edizione Custodia Tena Santa, 1985; V. Corbo, The house of Saint Peter al Capharnaum, (preliminary report on the first and second seasons of excavations), Jerusalén, 1969.
14 Véase Marcos 11:1-11; Mateo 21:1-11; Lucas 19-28-40 y Juan 12:12-19. El cálculo de los ocho días está basado en la tradición y en una lectura poco convincente de las narraciones.
15 Existe una historia de esta Iglesia escrita por quien fuera pastor de ella por veinticinco años, Brasil R. Truscott, Sixty years of Christian Service, Lomas de Zamora, 1956.
16 Es una reproducción de la “La luz del mundo” de William Holman Hunt, actualmente en el Keble College de la Universidad de Oxford.