Teología e Historia, Volumen 6, Año 2010, pp. __-__ ISSN 1667-3735
En 2003 se celebraron los 300 años del nacimiento de Juan Wesley. Tuve el privilegio, en ese año, de ser invitado para el “Aula Inaugural” del Programa de Posgrado en Metodismo de la Facultad de Teología de la Universidad Metodista de Sao Paulo, bajo el rectorado de nuestro querido y admirado hermano Dr. Rui Josagrilberg, reconocido erudito latinoamericano sobre Wesley y el metodismo.
El tema escogido para el Encuentro del Centro de Estudios Wesleyanos, sobre “Gracia y Salvación,” de 2009, es precisamente un área en cual Rui tiene un aporte característico y fundamental.[1]
Repasando el texto de esa ponencia en la UMESP encuentro que intenta responder quizás a las mismas preguntas que inspiraron la convocatoria de 2009, y a la misma razón de ser de un Centro de Estudios Wesleyanos en A. Latina, lo cual significa “tomar en serio nuestra herencia wesleyana, releerla desde nuestro contexto latinoamericano y caribeño actual y asumirla en nuestra misión compartida con todos los cristianos del continente”.
Introducción
La pregunta inevitable es si el pensamiento teológico wesleyano es relevante para nuestro mundo latinoamericano. ¿Cuál es nuestra herencia y nuestra identidad teológica? ¿Cuál es nuestro aporte específico, si lo hay? ¿Qué es lo que debemos conocer y asumir como estudiantes, como teólogos y como pastores de la grey del Señor, particularmente del “pueblo llamado metodista”?
Yo estoy convencido de que los wesleyanos tenemos un aporte muy necesario y muy específico en este mundo religiosamente pluralista, y es la de aportar –sin amedrentamientos ni confusiones- nuestro testimonio protestante y evangélico. Pero, al mismo tiempo, esto no puede hacerse sino ecuménicamente.
El testimonio teológico es parte integral del testimonio de la vida toda -la martyria– que se da en humildad pero con confianza y con arrojo, como aconsejaba la Primera carta de Pedro a los grupúsculos de cristianos dispersos en el mundo greco-romano del primer siglo: “No tengan miedo a nadie ni se asusten… Estén siempre preparados a responder a todo el que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen”. ( 1P. 3:15, DHH).
LA HERENCIA DE LUTERO: LA RADICALIDAD DE LA GRACIA
En su doctrina de la Gracia, Wesley es heredero de la Reforma, naturalmente.
La herencia de Lutero es la radicalidad de la gracia. La gracia es el fundamento de la vida y de la fe, el substractum mismo de la teología protestante.
De esa Reforma todos los evangélicos o protestantes somos herederos, en la medida en que nos identifiquemos con el lema de la Reforma “sola gratia, sola fide, sola Scriptura y solo Cristo”. Pero no podemos dar por sentado que todos los que nos reconoceríamos como herederos o los que somos simplemente beneficiarios de la Reforma, seamos consecuentes con la teología de la gracia en nuestra propia práctica cristiana y eclesial. Tenemos un problema muy serio de credibilidad.
Tampoco debemos dar por sentado que ya no tiene vigencia la cuestión del Purgatorio a la cual responde las 95 tesis. Lutero había experimentado en su propia alma los terrores del Purgatorio, como lo dice en sus 95 Tesis:
“El ser humano debe exclamar primero que no hay nada bueno en él. Debe ser consumido por el terror. Estas son las penas del purgatorio. Yo no sé donde se encuentra, pero sí sé que puede ser experimentado en esta vida. Conozco a un hombre que ha sufrido tales tormentos… que lo podrían haber reducido a cenizas en minutos… Pero cuando una persona se cree totalmente perdida, se hace la luz…
¿Acaso no vivimos nosotros en una época y en un mundo “consumido por el terror”? No se limita el Purgatorio al terror metafísico, teológico o religioso (aunque éste también existe disfrazado en el nihilismo amable de algunos de nuestros mejores escritores)[2]. No podemos ignorar los terrores del hambre, la incertidumbre, la desocupación, la inseguridad, la anomia, la falta de sentido de la vida. ¿Necesitamos más purgatorios que éstos?
Por ejemplo, el purgatorio de la culpa. Toda un área profesional (no religiosa) se ha multiplicado en el último siglo para librar a la gente del purgatorio de la culpa: el psicoanálisis y todas las sicoterapias que se han desarrollando desde Freud a nuestros días.
¡Cuánta gente que vive en el purgatorio de la culpa! Un hermano y amigo nuestro tuvo la doble experiencia de trabajar sus problemas con un psicólogo y también con alguien con experiencia en ayuda espiritual. Su consejera cristiana le invitó a escribir todos sus dolores, desde niño, año por año, período por período. Tal vez, también, eso incluía todas sus rabias, sus enojos, sus resentimientos. Lo hizo. Le costó muchísimo. Fue como un parto, es más, como una deposición, casi literalmente. Lo expresó, leyendo en voz alta lo que había escrito, ante oídos receptivos con amor fraternal. Y fue sanado, restaurado. Cuando tuvo ocasión de entrevistarse con el psicólogo, le entregó todo lo que había escrito y le dijo:“Aquí está mi historia. No me cuesta dársela porque ése, ése que está ahí en esas páginas, ese ya no soy yo…”
Así es la experiencia de la gracia.
No menos real es hoy ,el purgatorio de la desesperanza. Tiene muchos
nombres y muchas formas. “La depresión” es hoy en día, la enfermedad favorita de los uruguayos. Lo llamamos “la depre” y hemos inventado un nuevo verbo: “estoy bajoneado/a.
Eso siempre existió, pero en nuestro mundo de hoy, en el mundo globalizado del mercado, y en el Uruguay de hoy, es una epidemia. Es un purgatorio colectivo.
Sólo podemos liberarnos de la depresión por la obra de la gracia, la fuerza de la vida que Dios ha puesto en su creación y en cada una de estas criaturas hechas a su imagen y semejanza. Y la fe, solamente la fe, la confianza en esa gracia de la vida, supremamente revelada en Cristo, es como la mano tendida, el alma abierta para recibir esa gracia. Como lo expresaba el teólogo y filósofo luterano Paul Tillich, en un recordado sermón: “Eres aceptado… acepta que eres aceptado”.
La ideología del Mercado nos dice que si no consumes, si no compras, no eres nadie. Todo tiene un precio, nada es gratis. El Mercado es dios, el supremo poder, la última razón de ser de la sociedad humana. Por la gracia de Dios revelada en Jesucristo, los cristianos estamos llamados a proclamar y a encarnar la vida vivida como un don de la gracia, un don del amor de Dios.
II. DE LUTERO A WESLEY:
UNA DOCTRINA INCLUSIVA DE LA GRACIA
Lutero y Wesley son dos personalidades muy diferentes, de tiempos y lugares diferentes, y con roles diferentes en la historia de la Iglesia Cristiana. No valen las comparaciones. Ambos son, a su modo y en su tiempo, y a través de su influencia en sucesivas generaciones, exponentes de la teología de la gracia. Lutero buscaba, por todos los caminos, la paz con Dios, obsesionado por la condición pecadora del ser humano; Wesley buscaba, por todos los métodos de la espiritualidad heredada, la santidad de vida, interior y exterior. Ambos encontraron la respuesta y la fuente de su pensamiento y acción en la teología de la gracia.
a) La experiencia de la gracia en Wesley
La relación de Wesley con Lutero no es tanto teológica como existencial. Según la tradición metodista, y en base al testimonio de Wesley en su Diario, una fecha clave para Wesley fue el 24 de mayo de 1738. Todos estamos familiarizados con el texto del Journal en esa fecha:
De noche fui de mala gana a (la reunión de) una sociedad en Aldersgate Street, donde uno leía el prefacio de Lutero a la Epístola a los Romanos. A eso de las nueve menos cuarto, mientras describía el cambio que Dios obra en el corazón por la fe en Cristo, sentí arder extrañamente mi corazón. Sentí que confiaba en Cristo, Cristo solo, para la salvación; y se me dio la seguridad de que Él había quitado mis pecados, aun los míos, y me salvó de la ley del pecado y de la muerte”.
Como podemos ver: ¡Lutero estaba presente en Aldersgate Street! El Comentario de Lutero, escrito 200 años antes de Wesley, es el instrumento para responder a la búsqueda de Juan Wesley. Tanto Lutero, como Wesley, encuentran la respuesta a su búsqueda en las Escrituras. y su confirmación en la experiencia personal[3].
Wesley aclamó a Lutero como “glorioso campeón del Señor de los Ejércitos…”, pero en realidad, Wesley recibió la herencia de Lutero mediada por el anglicanismo y por los luteranos moravos. Fue a través de los moravos (Peter Bölher en particular) que Wesley se abrió a la búsqueda de la assurance, que culminará en Aldersgate. Pero también algunas de sus reacciones negativas hacia Lutero y su pensamiento son reacciones en el contexto del quietismo moravo[4] y del riesgo siempre latente del antinomianismo[5], como es el caso de su desencanto con el Comentario de Lutero a la Epístola a los Gálatas. Wesley se escandalizaba de la forma como Lutero desacreditaba a la razón y ponía en el mismo saco a la ley de Dios, el diablo y el infierno[6].
En el fondo, la diferencia fundamental entre Lutero y Wesley, en cuanto a la gracia, es el concepto de la santificación, es decir, de la gracia santificadora. En este punto, Wesley marca las distancias tanto con Lutero como con la Iglesia de Roma, en forma contundente:
“¿Quién ha escrito mejor que Lutero sobre la justificación por la fe sola? ¿Y quién fue más ignorante de la santificación o más confundido en su concepción que él? Por otra parte, cuantos escritores de la Iglesia Romana han escrito con fuerza y con base bíblica sobre la santificación…pero desconocían enteramente la naturaleza de la justificación… Pero ha placido a Dios dar a los metodistas un conocimiento pleno y claro de cada una y la amplia diferencia entre ellas”.
Y, sin embargo, Wesley es inevitablemente heredero y representante de la Reforma. Su identidad es inconfundiblemente protestante, como se puede ver en su “Carta a un Hermano Católico-Romano”, pero sobre todo en sus análisis críticos de los catecismos católico-romanos de su época[7]
b) La doctrina de la gracia en Wesley
Con todo, tenemos que reconocer que Wesley también es un teólogo de la gracia, con un concepto inclusivo y abarcador, y un énfasis en la santificación que devuelve al creyente su responsabilidad ante el Dios de la gracia.
Albert Outler, en su clásica obra sobre la teología de Wesley, observaba que “Para Wesley, la iniciativa del Espíritu es la esencia dinámica de toda la gracia”, y años más tarde en su monumental edición de los Sermones de Wesley, afirma contundentemente:
“el corazón del evangelio de Wesley fue siempre un sentido muy vivo de la gracia obrando a todo nivel en la creación y en la historia, en las personas y en las comunidades… La ‘sustancia católica’ de la teología de Wesley (que incluye lo protestante y lo católico, lo occidental y lo oriental) es el tema de la participación – la idea de que toda vida es gracia y toda gracia es la mediación de Cristo por el Espíritu Santo”. [8]
Y Theodore Runyon en su obra más representativa y actualizada de la teología wesleyana, felizmente editada y traducida al portugués por la UNIMESP, A Nova Creacâo: A Teologia de Joâo Wesley Hoje, reafirma esta misma conclusión:
“A chave para todas as doutrinas soteriológicas de Wesley é o seu entendtimento sobre a graça de Deus”[9]
La naturaleza de esta gracia es el amor, y no puede ser impuesta por la fuerza sobre nosotros. “No es irresistible como sostienen algunas de las teorías predestinacionistas”, dice Wesley. “El amor de Dios quiere salvar las almas que él ha creado… pero no las obligará a aceptarlo… La gracia, o amor de Dios, de donde viene nuestra salvación, es libre en todos, y libre para todos”[10] La cita favorita de San Agustín para Wesley era: “El que nos hizo solo, no nos salvará solos sin nuestra participación” [11] (Sermón 85, IV, 126).
La gracia, según Wesley, se manifiesta en tres formas: en nuestra creación, en nuestra transformación y en nuestra re-creación, o sea la gracia preveniente, la gracia justificante y la gracia santificante. Esto es lo que se ha denominado “el optimismo de la gracia” en Wesley (que va junto con su “pesimismo sobre la naturaleza”).
Wesley compara la salvación a una casa: La gracia prevenientesería el porch, la justificación sería la puerta, y la santificación o santidad las habitaciones de la casa, donde somos llamados a habitar”[12].
1) La graçia preveniente (anticipante)
Significa que “Dios siempre viene primero”. Antes de que tú nacieses, antes de que tú te arrepintieras, antes de que tú creyeras, antes de que llegara la iglesia, antes de que llegara el cristianismo, a tu vida o al mundo. Dios viene primero: nos amó “desde antes de la fundación del mundo”. La gracia de Dios es libre y gratuita y llega a todo ser humano, a cada ser humano, sin distinción[13]. La conciencia es ya, en sí misma, un don de la gracia de Dios[14]. No se puede negar la relevancia del concepto wesleyano de la “gracia preveniente” o anticipante para el diálogo interreligioso y para la participación en la misión común por y con toda la humanidad. Esta convicción de la presencia de Dios en cada vida humana es lo que da a cada persona un valor único como objeto del cuidado de Dios. Y, por otra parte, nos abre una puerta al diálogo con todas las personas de otras religiones o de ninguna religión… ¡Dios está allí antes que nosotros lleguemos, antes que nosotros hablemos![15]
2) La gracia justificante
Continuando con la metáfora de Wesley sobre el proceso de salvación como la casa de la fe, avanzamos desde el porchde la gracia preveniente hacia la puerta de la justificación y del nuevo nacimiento. El Dr. Runyon resume así el sentido de la justificación:
“A justificaçâoé o modo como Deus –usando um termo da informática- realinhaa humanidade, restaurandonos ao relacionamento para a cual fomos criados. Para Wesley ese realinhamento é possivel graças ao perdâo e ao amor de Deus manifestados a nós por meio de Cristo, interrumpendo o circulo vicioso da alienaçâo e afastamento que nós mesmos impomos e estabelecendo um novo relacionamento baseado na misericórdia de Deus… A justificaçâo dá inicio ao proceso de restauraçâo da imagem de Deus em nós… para um propósito: nao apenas receber de Deus, mas repartir o que recebemos com os outros… Por tanto, justifiçâo faz parte de um proceso maior conhecido pela combinaçâo justificaçâo-regeneraçao-santificaçao, todas elas elementos essenciais no entendimento de Wesley sobre a salvaçâo”[16]
Hoy, católicos y protestantes históricos, reconocen que la “justificación por la fe”, es doctrina de la Iglesia (Encuentro Católico Protestante en Alemania con levantamiento de la excomunión a Lucero, con presencia del propio Papa).
Este fue el mensaje que Wesley comenzó a predicar al día siguiente de la experiencia del “corazón ardiente” en Aldersgate [17], y que se potenciará al predicarlo al aire libre, a las multitudes de Bristol, el centro de la Revolución Industrial en la Gran Bretaña. La llamada “conversión” de Wesley en Aldersgate es una “apropiación” de la justificación por la fe, una experiencia de la gracia justificante, como “seguridad de la salvación”, evocada por los moravos. Este don radical del amor liberador fue lo que Wesley recibió de la tradición luterana, a través de las sociedades moravas, y que luego reencontraría en las Homilías de la Iglesia Anglicana. En realidad, esa doctrina era parte de la herencia de la Reforma adoptada por el anglicanismo, y resumida en su décimo-primer Artículo de Fe:
“Somos reputados justos perante Deus somente pelo mérito do noss Senhor e Salvador Jesus Cristo pela fé, e nâo por nossos própios mérecimientos e obras. Portanto, é doutrina mui saludável e cheia de consolaçao a de que somos justificados somente pela fé”[18].
Sin embargo, esto no es todo en cuanto a la gracia de Dios.
3) La Gracia Santificante
Para Wesley, la justificación es el comienzo pero no el final de la salvación:
“Si algunas doctrinas, dentro del ámbito del cristianismo, pueden llamarse propiamente fundamentales, indudablemente lo son estas dos: la doctrina de la justificación y la del nuevo nacimiento: la primera en relación con la gran obra que Dios hace por nosotros, al perdonar nuestros pecados; la segunda con la gran obra que Dios hace en nosotros, al renovar nuestra naturaleza caída. Y este nuevo nacimiento o regeneración inaugura el proceso de santificación[19].
Este procesode perfeccionamiento en la imagen de Dios, se expande a todas las áreas de la existencia humana[20] “Yo creo –concluye Wesley- que la santificación es la vida de Dios en el alma del ser humano… una participación en la naturaleza divina (2 Pedro 1:4); tener la mente de Cristo (Filp. 2:5); , o la renovación de nuestro corazón según la imagen del que nos creó”(Col. 3:10)[21]
Aquí la salvación no es un punto de llegada o un status definitivo sino un proceso, un movimiento hacia una meta. En este sentido es una modificación importante de la soteriología de la Reforma. Para Lutero el corazón de la salvación es el cambio de estatus del pecador, el cual es recibido y tratado como justo, por una justicia imputada (simul iustus et pecator). En el concepto wesleyano de “la gran salvación”, Dios tiene mucho más para nosotros… No sólo justifica sino que abre posibilidades no imaginadas de crecimiento en la gracia: crearnos de nuevo, transformarnos, restaurarnos a la salud y a nuestro desempeño como imagen de Dios [22]
Se trata, ni más ni menos, que de un proyecto de vida de nunca acabar.
Esta concepción de la gracia santificante, sin duda, tiene particular relevancia para los herederos de Juan Wesley, reconocidos o no, en nuestro continente, donde la “familia wesleyana” –como las iglesias de santificación, el pentecostalismo- es considerablemente la mayor frente a las familias protestantes históricas[23]..
WESLEY Y NOSOTROS: GRACIA RESPONSABLE HOY
La concepción wesleyana de la gracia y de la “gran salvación” incorpora a su sujeto, el ser humano, como parte del proceso. Es gracia con responsabilidad: gracia responsable. La gracia de Dios demanda una respuesta participante y participativa.
a) Gracia responsiva y responsable.
Podríamos decir que la teología de la gracia, en la concepción inclusiva y abarcante de Wesley, devuelve al creyente su responsabilidad. No su protagonismo, puesto que la salvación es un don de la gracia de Dios, pero el creyente es responsivo y responsable[24].
Aun en su aspecto más íntimo y espiritual, la experiencia personal de la gracia es responsiva, responde a la acción de Dios, es como la respiración: inhala y exhala. Como dice Wesley:
“La vida de Dios en el alma del creyente… inmediata y necesariamente implica la inspiración continua del Espíritu Santo: Dios insuflando en el alma, y el alma devolviendo el aire que primero recibió de Dios… Dios no continúa actuando sobre el alma a menos que el alma re-actúe… Dios nos amó primero y se manifiesta a nosotros… no continuará insuflando en el alma a menos que el alma respire hacia Dios; a menos que nuestro amor y oración y gratitud retornen a Dios”[25].
Según Wesley, Dios no nos infunde las virtudes espirituales instantáneas y completas, sino que siembra “semillas” de esas virtudes en nosotros, que pueden llegar a madurar en la medida que “crecemos en la gracia”, nutridos y empoderados por el Espíritu Santo.
De ahí que “los medios de gracia” –los sacramentos, la oración, la disciplina de vida, la participación comunitaria de la fe, el servicio al prójimo- sean tan importantes para Wesley y su movimiento. El quietismo moravo es por ello repudiado.
De ahí, también, que el mismo concepto de “mayordomía” sea constitutivo del estilo cristiano de vida. Como decía Juan Wesley en su primer sermón sobre el tema: “La relación que el ser humano tiene con Dios se nos presenta en la Escritura como criatura, pecador, criatura caída, siervo, deudor… Sin embargo, ningún apelativo, concuerda mejor con el estado presente del humano que el de mayordomo...”
“En todo esto no somos más que mayordomos… somos responsables ante Dios y rendiremos cuenta de nuestra mayordomía, que continúa a lo largo de nuestra vida hasta el día de la muerte… No somos propietarios pero Dios no nos trata como siervos, sino que nos ha puesto como mayordomos. Incluído “el precioso talento… del dinero… el talento invalorable del tiempo que Dios nos confía de momento en momento… Agreguemos por último –dice Wesley- la gracia de Dios –el poder de su Espíritu- sobre el cual descansa el resto…”[26]
b) Vida de gracia, vida responsable
Para Wesley, entonces, la vida de la gracia es vida activa, responsable.
Este punto ha sido especialmente sensible dentro de la tradición teológica protestante, temerosa de caer en alguna de las herejías condenadas como el “sinergismo” o el “pelagianismo”[27]…
Hoy, las teologías contextuales (feminista, indígena, afro-americana, desde los pobres) acentúan la responsabilidad humana tanto en la misión como en la teología de las iglesias cristianas. Por ejemplo, Elisabeth Moltmann-Wendel hace esta pregunta: “El pecado de soberbia –querer ser como Dios- ¿qué puede significar para las que apenas se atreven a ser ellas mismas?… Vivir sacando sus fuerzas del amor incondicional de Dios significa ser aceptado/a con toda su existencia, todo su ser… es poder afirmar: yo soy buena, yo soy entera, yo soy bella”[28]. Y lo mismo valdría para cualquier otro grupo oprimido o discriminado en nuestras sociedades, sea por la injusticia económica, por el racismo o el sexismo.
Una de esas teólogas contextuales, Catharina Halkes llega a decir que “el pecado es no sentirse responsable del mundo…[29].
Wesley no separaba la experiencia íntima y personal de la relación con el mundo y la responsabilidad social. “El cristianismo es esencialmente una religión social.. no puede subsistir de ninguna manera sin la sociedad, insiste Wesley en sus discursos sobre “El Sermón del Monte”[30].
Los estudiosos de Wesley en los últimos años han intentado relacionar el pensamiento wesleyano original con las teologías de la liberación, las cuales pusieron el énfasis en la responsabilidad y la acción humana en la historia[31]. Theodore Runyon planteaba en el Oxford Institute de años atrás, la relevancia social, potencial, de la doctrina de la santificación, en su demanda de participación activa del ser humano en el proceso de salvación integral[32]. Esta resulta especialmente significativa si se tiene en cuenta que este énfasis wesleyano del valor de cada criatura humana y su llamado a la vida plena y activa, era una respuesta desde el campo religioso a una situación de anomia, marginación y masificación producida en el corazón de la Revolución Industrial del siglo XVIII, donde emergió el avivamiento evangélico. En el movimiento metodista hombres y mujeres descubrían y recuperaban su dignidad como hijos de Dios y participantes activos del plan de Dios para su mundo.
En la XI Sesión del Oxford Institute, que convoca a teólogos y líderes de la familia wesleyana en el mundo, realizada en Oxford, Inglaterra, en agosto de 2002, se adoptó como marco de referencia el concepto de la Nueva Creación en el contexto del mundo actual. El Dr. Randy L. Maddox, autor de una Teología Práctica Wesleyana Para Hoy, titulada Responsible Grace[33],nos desplegó la trayectoria de Juan Wesley hacia un concepto inclusivo de la “Nueva Creación”, mostrando como Wesley fue avanzando en esa trayectoria, partiendo de un énfasis en la experiencia personal(en todas sus dimensiones), para asumir más específicamente la dimensión socio-política, como parte de la responsabilidad cristiana, como, por ejemplo, en sus tratados sobre “Las Causas de la Escasez de los Alimentos” y su “Manifiesto en Contra la Esclavitud”; y, finalmente, en sus últimos años, Wesley incorpora en su visión la dimensión cósmica, una salvación total de la creación, incluyendo todas las criaturas.
El compromiso contra la esclavitud, lo mantuvo inexorable en sus denuncias del tráfico de esclavos por parte de los poderes europeos y los americanos, hasta el punto de que lo último que hizo poco de antes de morir fue escribir una carta de apoyo a William Wilberforce en su lucha en Parlamento para acabar con esa “execrable villanía de la tierra”. Esa fue una herencia que habría de traer complicaciones a sus herederos wesleyanos en el subcontinente norteamericano, dividido por una cruenta Guerra Civil en torno de esa cuestión. La veta ecológica de Wesley está siendo apenas descubierta e incorporada en nuestros desafíos de hoy para una mayor responsabilidad ecológica.
Elementos de esta herencia wesleyana han sido retomados, desarrollados y hasta distorsionados en los diferentes desprendimientos del metodismo en Norteamérica y otros movimientos relacionados, como los avivamientos evangélicos, la reforma social, el abolicionismo, el Evangelio Social (la Iglesia Metodista Episcopal fue la primer iglesia de Estados Unidos en tener un “Credo Social” a comienzos del siglo XX), los movimientos de Santidad (de donde surgirán o se alimentarán los brotes de pentecostalismo), los movimientos pacifistas, el movimiento ecuménico, etc. En América Latina, particularmente, el ecumenismo ha sido una herencia y un compromiso inevitable para las iglesias metodistas, que han participado desde el principio en los organismos ecuménicos de nuestra región y a nivel mundial. Tal vez no sea casual que haya dado tantos líderes del movimiento ecuménico latinoamericano y mundial, incluso dos secretarios generales del Consejo Mundial de Iglesias, por dos períodos consecutivos cada uno, un caribeño, Philip Potter y un uruguayo, Emilio Castro.
c) Wesley y nosotros, hoy
Venimos, pues, a la cuestión, ¿qué significa para nosotros hoy, recoger, asumir y desarrollar esta comprensión y visión de la Gracia y la Responsabilidad?
La vida es un don, es un derecho pero es también una responsabilidad.
Es una responsabilidad para asumir personalmente y en las colectividades humanas. Especialmente en nuestros días de fatalismo, resignación y apatía ante un sistema destructivo del planeta y de la humanidad.
Somos responsables de lo que pasa en el mundo. Somos parte de la destrucción del planeta, somos de un sistema que concentra las ganancias y controla las riquezas, y produce la marginación, el descarte humano, la desocupación, el hambre y la muerte de niños inocentes cada minuto…
Pero también somos responsables de cambiar esta situación, cambiar este mundo, y decir no a esta locura, a esta soberbia de los poderes; denunciar la histeria de la guerra (como lo ha valientemente al fin Juan Pablo II), y unirnos para crear una sociedad más justa y fraternal.
Sobre todo, somos llamados a levantar la bandera de la esperanza.
“Dios por nosotros”, “Dios en nosotros”, “Dios con nosotros”, “Dios y nosotros”
Gracia responsiva y responsable.
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“Aula Inaugural” de la Facultad de Teología de la Universidad Metodista de Sao Paulo, en su programa de Posgrado en Metodismo, Febrero 2003..
[1] Ver su reciente Curso para Pastores y Líderes en la Iglesia Metodista Central de Montevideo (Mayo 2009).
[2] Por ejemplo, Mario Benedetti en su último libro de poemas Insomnios y Duemevelas, Buenos Aires: Planeta, 2002.
[3] “I know that Luther, Melanchton, and many (if not all) of the Reformers, frequently and strongly asserted that every believer is conscious of his own acceptance with God…” (Letter to Richard Thompson, Feb. 5, 1756, Wesley Works (Jackson), Vol. XII, p. 469.
[4] Ver “Carta al Rvdo. Benjamín Ingham”, 8-IX-1746, Obras de Wesley, T. XIII, págs. 187s.
[5] Ver “Conversación entre un antinominiano y su amigo” y “Segunda conversación…”, Obras de Wesley, T. VIII, págs.365-380. Cf. Sermones 1, 35.y 48. También T. V, págs. 131-132. Cf. Albert C. Outler, John Wesley, p. 16.
[6] “¿Cómo puede él (casi en las palabras de Taulero) desacreditar la razón como un enemigo irreconciliable del evangelio de Cristo?… ¿Qué es la razón (la facultad así llamada) sino el poder de comprender, de juzgar y de disertar?…Además ¡con cuánta blasfemia habla de las buenas obras y de la ley de Dios! ¡Constantemente juntando la ley con el pecado, la muerte con el infierno o el diablo! ¡Y enseñando que Cristo nos libera de todos ellos por igual! Obras de Wesley,Tomo XI, pág 143 s..
[7] (Pío V, Concilio de Trento, O.W. T. VIII, “Carta a un católicoromano”, “Un catecismo católico romano tomado de sus textos autorizados…”, “Una visión desapasionada del, catolicismo romano”, Obras de Wesley, pp. 169-179; 181-243; 245-274).
[8] Albert C. Outler, ed., John Wesley, New York: Oxford University Press, 1964, p. 33; The Works of John Wesley (Bicentennial Edition), Nashville, Abingdon Press, 1984, Vol. 1, Sermons I, págs. 98-99. Outler agrega: “Wesley no inventó, naturalmente, ninguna de estas ideas, pero tampoco las encontró conjuncionadas e integradas en el síndrome especial que él intentó y logró en gran medida”.
[9] Theodore Runyon, A Nova Creaçao: A Teologia de Joâo Wesley Hoje, S. Bernardo do Campo: EDITEO, 2002, p. 39. The Works of John Wesley (Bicentennial Edition), Nashville, Abingdon Press, 1984, Vol. 1, Sermons I,p. 98.
[10] (Sermón 110, I,2, Libre Gracia, Rom. 8:32; Edición Bicentenario, Vol. 4, p. 544).
[11] Sermón 85, Obras de Wesley, T. IV, p. 126.
[12] “The principles of a Methodist farther explained”, Works Jackson), 8:472.
[13] Ver Sermón 110 “Free Grace”. En este punto Wesley mantuvo una fuerte controversia con los calvinistas de la Doble Predestinación que afectaron incluso al propio movimiento metodista (“La Predestinación: una reflexión desapasionada”, Obras de Wesley, T. VIII, págs. 275-363, “’¿Qué es un arminiano?’ contestado por un a amante de la gracia”, págs. 425-429.
[14] Ver Sermones 12 “El testimonio de nuestro propio espíritu”, Obras de Wesley, T. I, pp. 227ss.y 105 “On Conscience”, Works,3:482, 487.
[15] Ver concepto de missio humanitatis en Thomas Thangaraj, The Common Task: A Theology of Christian Mission, Nashville: Abingdon, 1999. Este tema es tratado por Wesley con frecuencia en sus sermones, por ejemplo, S 85, “Trabajando por nuestra propia salvación”, Obras de Wesley, T. IV, 123-24. La gracia preveniente alcanza también a los que no conocen a Cristo (Works,(Jackson), Vol. 10, 178
[16] T. Runyon, op. cit., págs. 58s.
[17] Sermón 1, “Salvación por la Fe, Obras, T. 1, 15.
[18] Citado por T. Runyon, op. cit., págs. 67s.
[19] Sermón 19, 2, Obras, T. I, p. 481; Sermón 45, “El Nuevo Nacimiento”, T. III, p. 125.
[20] Sermón 107, “La Viña del Señor”, Ed. Español, T. IV, 235ss.
[21] Journal, Sept. 12, 1739.
[22] Ver Theodore Runyon, op. cit.,
[23] Ver estadísticas sobre el protestantismo latinoamericano. Un primer esbozo del tema en M. Arias, “El Rostro Wesleyano de América Latina y El Caribe”, Signos de Vida, Quito: CLAI, Septiembre 199, pp. 14-16.
[24] Una de las obras de la última década que toma en serio el contenido integral de la teología de Wesley, de Randy L. Masddox, se titulaResponsible Grace: John Wesley’s Practical Theology.
[25] Citado por Randy L. Maddox en su ponencia inédita del XI Oxford Institute, agosto 2002, “Nurturing the New Creation: Reflections on a Wesleyan Trajectory”, p. 7. (“.. es muy cierto que la raíz de la religión se encuentra en el corazón, en lo íntimo del alma; esto es la unión del alma con Dios, la vida en el alma humana. Pero si esta raíz está en efecto en el alma, no puede sino echar ramas; y tales ramas son las diferentes manifestaciones de la obediencia externa que participan de la misma naturaleza de la raíz, y son, por consiguiente, no sólo marcas y señales, sino partes esenciales de la religión. También es cierto que la simple religión externa que no tiene raíces en el corazón, no vale nada…” Sermón 24, “El Sermón de la Montaña IV”, Obras, T. II, p. 95).
[26] Sermón 51, “El buen mayordomo”, Obras, T. III,págs. 239-259.
[27] José Míguez Bonino y su respuesta a Juan Lujis Segundo…
[28] Citada por Elizabeth Parmentier, Cuadernos de Teología 1996, Buenos Aires: ISEDET, p. 116.
[29] Ibid. Para las mujeres esta teóloga concibe la salvación en primer lugar como santificación por la acción del Espíritu Santo y luego como justificación, para poder ver de frente su implicación en las estructuras del pecado. El Espíritu Santo es el medio esencial de la salvación, y la continuidad de la gracia en la creación es más fundamental que el trastocamiento de la liberación. Las teologías feministas reivindican, como lugar de la realización de la salvación , no el alma y el más allá, sino el cuerpo y la creación”.
[30] Sermón 24, “Sermón del Monte IV,I.1. Cf. “.. Es muy cierto que la raíz de la religión se encuentra en el corazón, en lo íntimno del alma; esto es la unión del alma con Dios, la vida en el alma humana. Pero si esta raíz está en efecto el alma, no puede sino echar ramas; y tales ramas son las diferentes manifestaciones de la obediencia externa que participan de la misma naturaleza de la raíz, y son, por consiguiente, no sólo marcas y señales, sino partes esenciales de a religión. También es cierto que la simple religión externa que no tiene raíces en el corazón, no vale nada…” Sermón 24, “El Sermón de la Montaña IV”, Obras, T. II, p. 95).
[31] En América Latina puede observarse este proceso en los volúmenes de las consultas teológicas metodistas (Tradición Protestante…San José, Costa Rica, ed. José Duque, 1973; Evangelizacao e Libertacao, ed. Hugo Assmann, Sao Paulo, 1983).
[32] Theodore Runyon, ed., volumen del Oxford Institute (fecha)
[33] Randy L. Maddox, Responsible Grace: A Practical Theology of John Wesley for Today.