Teología e Historia, Volumen 6, Año 2010, pp. __-__ ISSN 1667-3735
La Teología Wesleyana como una Teología de la Esperanza Responsable en América Latina y algunas implicaciones pastorales
Índice
- La Teología Wesleyana como una Teología de la Esperanza Responsable en América Latina y algunas implicaciones pastorales
- I.- LA DEPRESIÓN ES UNA REALIDAD ACTUAL
- II.- LA ESPERANZA EN CRISTO VENCE A LA DESESPERACIÓN
- III.- LA RESPUESTA HUMANA A LA GRACIA DE DIOS
- IV.- TEOLOGÍA WESLEYANA, TEOLOGÍA DE LA ESPERANZA RESPONSABLE
- V.- UNA PASTORAL DE ESPERANZA
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
1 Pedro 1.3
¡Oh Dios! ¿Hasta cuándo? ¿Faltará tu promesa? No temas, manada pequeña. Contra esperanza cree en la esperanza. Es el buen placer de tu Padre, a pesar de todo, renovar la faz de la tierra. Ciertamente todas estas cosas llegarán a su fin, y los habitantes de la tierra aprenderán la justicia.
Juan Wesley[1]
I.- LA DEPRESIÓN ES UNA REALIDAD ACTUAL
Mucho se ha escrito que el carácter del pueblo latinoamericano es alegre y festivo, particularmente se tiene la visión de que el mexicano es un pueblo que manifiesta su alegría y valentía incluso ante la muerte. Considero que hay algo de razón en este tipo de visiones pero como todas las generalizaciones estas son inexactas y limitadas.
Hoy no cabe la menor duda que la sociedad mexicana enfrenta problemas diversos que han hecho que un buen número de nuestra población viva en un estado de tristeza e incluso de depresión.
México es uno de los países que más ha sufrido la crisis y recesión económica[2] debido a la corrupción, su sistema económico neoliberal y su marcada dependencia económica a los Estados Unidos de América. No sólo no se han creado nuevos empleos sino que muchos se han perdido[3]. Hay una gran incertidumbre económica y muchos acrecientan sus deudas de crédito tan sólo para cubrir sus necesidades primarias. Muchos comercios han cerrado y se deja ver cada vez más un deterioro en la vida de la población más vulnerable.
En un importante sector de la sociedad hay una decepción con la incipiente democracia que México viviera hasta el año 2006[4]. Hoy día hay poca confianza en los partidos políticos y en las instituciones encargadas de la impartición de justicia ya que parecen privilegiar a los más influyentes y con más poder económico.
En la última década el conjunto de productos básicos, bienes y servicios fundamentales se incrementó muy por arriba del aumento de los salarios. Se incrementó el costo de las gasolinas[5], los alimentos básicos[6], la electricidad[7] y el gas de uso doméstico[8] y otros. Los anteriores gobiernos presumían que si en el bolsillo de los mexicanos no se percibía una mejoría al menos debíamos contentarnos con nuestra fuerte macroeconomía, hoy día ni eso queda como consuelo ya que en menos de una década México ha caído del noveno al décimo quinto lugar en el mundo.
No sólo ha crecido la pobreza y el desempleo sino que la inseguridad ha aumentado drásticamente, el narcotráfico, el secuestro y otros delitos se han incrementado considerablemente. El gobierno federal ha respondido con la presencia de efectivos militares y de policías federales en muchas partes del país, sumados a los elementos estatales y municipales. Hoy día es común enterarse de ejecuciones, secuestros, asesinatos violentos en donde hasta los niños son presa de esta espiral de violencia y como estos delitos quedan impunes ante un sentido de impotencia del pueblo. Es triste darse cuenta de que en algunos países ahora el ser mexicano se le asocia con la idea de ser un posible delincuente del que hay que tener cuidado.
Si esto no fuera poco a partir del mes de abril del año 2009 México fue afectado por una emergencia sanitaria debido a la propagación del virus de influenza humana AH1N1 que paulatinamente ha venido disminuyendo y controlándose en nuestro país[9] pero que se ha propagado ya en 108 países y territorios convirtiéndose en una verdadera pandemia[10] mundial. Los días cuando la emergencia llegó a sus niveles más altos los mexicanos tuvimos cambios significativos en nuestra vida cotidiana[11] e incluso hay que reconocer que relaciones con otras naciones consideradas hermanas se deterioraron[12].
En un hecho inédito las Iglesias tuvimos que cancelar reuniones masivas por dos semanas –y en algunas regiones por más tiempo– solamente podían llevarse a cabo oraciones en grupos muy pequeños bajo la dirección pastoral, los servicios de comunión fueron cancelados, y hubo que suspender diversas celebraciones y encuentros.
Fueron momentos difíciles para muchos congregantes pero también fue un espacio donde hubo espacio a la creatividad y donde un buen número de cristianos pudieron ser fortalecidos con reflexiones pastorales a través de transmisiones en vivo por la internet y la radio. También fue un tiempo donde la Iglesia de forma responsable difundió información valiosa en materia de salud a sus feligreses sin alarmarles.
Recuerdo que cuando se reanudaron los Cultos públicos estos se hicieron con toda precaución aplicando gel antibacterial en las manos y proporcionando cubre-bocas a los feligreses a medida que iban llegando, fueron escenas inéditas sin embargo estos cultos fueron verdaderas fiestas de agradecimiento a Dios por permitirnos retornar a la adoración en compañía de la familia, los amigos y los hermanos en la fe.
Con estos factores externos, la desintegración familiar cada vez más común y los problemas particulares en la historia de vida de cada persona, no cabe duda que hay muchas razones por las cuales el estado de ánimo de muchos mexicanos ha decaído. Es cierto que el carácter del mexicano hace que no se tome las dificultades de la vida tan negativamente, sin embargo en el trabajo pastoral es fácilmente detectable esta situación de tristeza, desánimo o como algunos especialistas denominan de depresión.
La palabra depresión viene del latín depressus, que significa abatido o derribado. Sin embargo la depresión es un trastorno que no sólo afecta el estado de ánimo de la persona, sino su comportamiento, la manera en como se ve a sí mismo, la relación con quienes le rodean y su funcionamiento orgánico y físico.
Debemos aclarar que un trastorno depresivo no es lo mismo que un sentimiento pasajero de tristeza, por lo que debe tratarse con expertos en el ramo. La depresión no indica debilidad de la personalidad ni es una condición de la cual una persona se pueda librar sólo con su voluntad, por lo que una persona deprimida no puede simplemente decir “ya me quiero sentir bien” y empezarse a sentir bien.
Los especialistas aseguran que si no se sigue un tratamiento adecuado, los síntomas de la depresión pueden durar semanas, meses o incluso años y afectar tanto la vida de la persona como de quienes le rodean[13].
La depresión es un transtorno que se generaliza.[14] Sin embargo no es un problema sólo para gente adulta y anciana sino que es un problema que cada vez se vive más entre la juventud. Últimos estudios al respecto resultan reveladores[15] ya que marcan que más de la mitad de nuestros jóvenes se encuentran deprimidos.
Ahora bien ya hemos dicho que la depresión debe tratarse por médicos especialistas pero esto no significa que la Iglesia debemos quedarnos sin hacer algo al respecto. ¿Cuál es la misión de la Iglesia de herencia wesleyana ante estos momentos que vive nuestra sociedad mexicana y latinoamericana y caribeña en general? ¿La teología wesleyana tiene respuestas a este mal de nuestra época? Considero claramente que sí ya que la Teología Wesleyana es una teología bíblica, es una teología que reconoce la realidad de la condición humana pero también es una teología en donde hay un lugar importante para la esperanza.
Una vez más veremos que la teología se relaciona profundamente con la tarea pastoral ya que la teología wesleyana es una teología donde el ser humano tiene alguna medida de participación en la Vía Salutis, es una teología donde el ser humano no es un objeto sino es un sujeto en donde es responsable en buena medida de su propia historia. Es una teología que es pesimista por naturaleza pero optimista por la Gracia de Dios. Por ello la Teología Wesleyana es sin duda una Teología de la Esperanza que lleva a una acción responsable.
II.- LA ESPERANZA EN CRISTO VENCE A LA DESESPERACIÓN
No cabe duda que la sociedad humana trae consigo las marcas del pecado, el ser humano no desea depender de Dios e incluso rechaza a la comunidad humana tal como es pensada por el Señor, en la cual la persona se realiza y llega a la felicidad en la medida que se abre a los otros. En la sociedad alienada el ser humano se cierra en si mismo y se considera el valor supremo de todo y por ello hace de los semejantes un instrumento de sus fines.
El pecado social es muy real especialmente para nosotros los latinoamericanos, el drama en que vivimos no es otra cosa que un círculo vicioso que nace de nuestra alienación personal y que consolida estructuras sociales injustas, y éstas a su vez incentivan el pecado individual. Estas estructuras incentivan la explotación del ser humano y de la naturaleza, la discriminación, la injusticia y alientan la corrupción en todos los niveles.
Los signos de muerte se encarnan en nuestras estructuras sociales lo cual se evidencia en la pobreza, el desempleo, la carencia de adecuados servicios médicos, de educación, de vivienda digna, en la violencia e inseguridad y en la falta de democracia real.
La humanidad alienada ha fracasado en el propósito de encontrar su auténtica felicidad ya que en sí ha creado una estructura de autodestrucción. Entonces es de comprender que el ser humano viva en la desesperanza y recordemos que lo contrario a ella por defecto es la esperanza.
La buena noticia es que Dios desde la historia humana se encarnó para liberarla. No se impuso sino que se humilló a si mismo. Dios asumió nuestra condición y nuestros anhelos[16]. Jesucristo es la superación de la enajenación, quién anuncia y encarna el reinado de Dios, quién muestra con su ejemplo que el amor es el vínculo perfecto, quién alivia nuestras congojas, desesperación y depresión.
Con su muerte y resurrección el Señor ha mostrado que tiene poder para vencer la dimensión sombría del pecado y de sus estructuras. La resurrección de Cristo es la victoria de la Vida, la muerte ya no es una amenaza. Él vino a abrir la puerta para sanar el desgarramiento del ser humano y le devuelve su libertad con la participación de la comunidad.
La salvación en Jesucristo es un “ya” pero “aún no”, es dada y apropiada, es una vía dinámica. Pero en todo está presente la esperanza la cual es una particularidad del cristiano en contraparte la desesperación es una consecuencia del estado alienado.
La palabra esperanza tal como es usada en el Nuevo Testamento viene del griego ejlpiv” (elpis) que expresa espera o esperanza, la literatura paulina la usa con frecuencia y en alguna medida la petrina. En los textos neotestamentarios nunca se asocia la palabra con una espera indeterminada o angustiosa, sino que siempre se piensa en algo bueno. En ciertos lugares esperanza no significa la actitud personal, sino el bien el bien salvífico objetivo al que tiende le espera. También está relacionada en algunos pasajes con la realización escatológica.
Con el advenimiento de Jesucristo se ha cambiado la situación de espera descrita en el Antiguo Testamento. El día de la salvación ha irrumpido ya en nuestro mundo. Lo que era futuro en Cristo es ahora, por eso no es de extrañar que la palabra esperanza no aparezca comúnmente en los evangelios ya que Jesús está presente, no hay que esperar su llegada. Pero el hoy de la salvación sólo es reconocible para la fe, adquiere su situación de doble aspecto, al ahora se junta con el “todavía no”, al estar ya en Cristo le acompaña el esperarlo.
2Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
1 Juan 3.2
Sin embargo esta espera para los cristianos no es pasiva, es una espera activa, es una esperanza responsable, dice el texto:
3Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
1 Juan 3.3
La esperanza neotestamentaria es una espera y un anhelo confiado, es una perseverante espera. Es el luchar por seguir creciendo a la estatura de Cristo, es el crecer en santidad, es el presentar batalla a las tensiones existentes en el ahora. Este perseverar sirve para esperar, aunque al hacerlo el cristiano sufra de padecimientos por causa del Evangelio.
Esto significa que a Dios le ha placido darle al ser humano una participación en la historia de la salvación, nos ha llamado a portar los signos de Vida y en ella la acción del Espíritu Santo es determinante.
Juan Wesley no estuvo muy interesado en la teología especulativa. Respecto a la doctrina de la Santísima Trinidad y del Espíritu Santo, Juan Wesley fue ortodoxo, él sostuvo que uno de los oficios del Espíritu Santo es el de “actuar dentro del mundo” para convencer a las personas en general, y a los creyentes de su pecado. Así la obra del Espíritu Santo es cristocéntrica, dice 1 Corintios 12.3 b: “Nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo”. Así la tarea fundamental del Espíritu es guiar a la persona a Cristo y revelarle la verdad. Además de que tendrá una parte activa en la nueva creación.[17]
Wesley enfatizó que la fe debe experimentarse vitalmente[18]. Predicó y enseñó contrariamente a la idea de que Dios ha predeterminado todas las cosas especialmente respecto a la salvación, sino más bien el ser humano tiene una parte activa y determinante en su libre albedrío. La fe que salva es activa, no es una mera creencia pasiva en Dios, tampoco es el mero asentimiento a la verdad encontrada en las Escrituras o a un cuerpo de Doctrina, ni siquiera es la fe de los apóstoles, la fe que salva es la fe en Cristo, es una confianza en Jesucristo, es una fidelidad, es un permanecer en el Señor.
III.- LA RESPUESTA HUMANA A LA GRACIA DE DIOS
A) UNA TEOLOGÍA QUE AFIRMA QUE EL SER HUMANO COLABORA CON DIOS
Además de otras fuentes teológicas, los Padres del Oriente, especialmente Macario y Efrén ejercieron influencia en el pensamiento de Juan Wesley, en sus conceptos de la perfección cristiana y en su visión terapéutica de la vida cristiana[19]. Para Wesley el cristiano tiene una participación en Dios. Esta postura perfectamente ortodoxa en la tradición oriental fue estigmatizada por la teología protestante clásica con el mote descalificador de “sinergista”.[20] La sinergia[21], en nuestro caso, es la doctrina en donde el ser humano participa con Dios con su respuesta a cada etapa de la Gracia. Por otro lado la teología agustina y su heredera la calvinista –e incluso parte de la luterana– tiene una visión monergista de la salvación.
Tratemos un poco este asunto que es de gran trascendencia en la teología wesleyana. En el Sermón 85 “Trabajando por nuestra propia salvación” [22] Wesley se basa en el texto de Filipenses 2.12,13 que dice: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce sí el querer como el hacer, por su buena voluntad”. En su sermón deja claro que no hay mérito humano en la obra de Dios ya que es Dios el que produce el querer y el hacer en el creyente. Sin embargo el propio texto de la escuela paulina invita a los creyentes a ocuparse en su propia salvación con la mayor entrega y prudencia. Wesley plasma esta necesidad de cuidar la salvación en las Reglas Generales con la necesidad de dejar de hacer el mal y hacer el bien.
Ante la objeción de que algunos aseveren que esto constituye una contradicción, ya que si por un lado Dios obra en nosotros el querer como el hacer, entonces ¿qué necesidad hay de que los cristianos trabajemos en nuestra salvación? ¿Acaso la obra de Dios no torna innecesario todo esfuerzo de nuestra parte?. Wesley responde que precisamente porque Dios obra en el cristiano éste puede trabajar, siempre es Dios quien toma la iniciativa. Dejemos claro que verdaderamente es imposible para cualquier ser humano colaborar en su propia salvación a menos que Dios obre en él. Ya que para la teología wesleyana –esto es determinante– ningún ser humano está completamente destituido de la Gracia de Dios al venir al mundo, ningún ser humano carece completamente de la “conciencia” la cual es una derivación de la Gracia Preveniente que a su vez es resultado de la expiación de Cristo en la cruz..
La Gracia Preveniente debe llevar a la persona a darse cuenta de su condición pecaminosa, es decir a la Gracia Convincente, por medio de una respuesta humana que llamamos arrepentimiento de nuestros pecados y nuestra forma de vivir lejos de Dios, pero esto apenas es el inicio de la salvación. En una ocasión Wesley dijo que Dios emplea la misma clase de poder creador para la conversión que la que utilizó para crear el mundo[23].
Entonces el ser humano peca no porque esté excluido de la Gracia de Dios, sino porque no hace uso de la Gracia que Dios le brinda. Por ello a medida de que Dios obra en el creyente a través de su Gracia, el cristiano se encuentra en condiciones de trabajar para su propia salvación, sin que esto signifique que la salvación sea resultado de las obras o por los méritos humanos.
Wesley en el Sermón 85 afirma que por cuanto Dios obra en el cristiano, el cristiano debe de trabajar, es decir debe ser colaborador de Dios (2 Corintios 6.1). Las Escrituras afirman que “a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene” a quien no haya aumentado la gracia recibida “aún lo que tiene se le quitará[24]”. El propio San Agustín hizo el comentario: Qui fecit nos sine nobis, non salvabit nos sine nobis.[25]
Por lo tanto Wesley hace un llamado a los cristianos a pelear la buena batalla de la fe y echar mano de la vida eterna[26]. En virtud de la Gracia Preveniente de Dios que conduce y acompaña a los cristianos, tales deben proseguir en la obra de la fe, el trabajo del amor y la constancia de la esperanza. Es deber del cristiano ser firme y constante, creciendo en la obra del Señor siempre.
B) TENSIÓN TEOLÓGICA ENTRE EL SINERGISMO Y EL MONERGISMO
También habrá que reconocer que dentro de las teologías protestantes y evangélicas se da una tensión entre el sinergismo y el monergismo. Martín Lutero[27] creía que la doctrina de sola gratia podía derivarse claramente del Nuevo Testamento[28], especialmente de los escritos de Pablo, los cuales habían llegado a ser para él una especie de canon dentro del canon. Le impresionaba de manera especial la narración que hace Pablo en Romanos, de los esfuerzos que hizo en vano por cumplir la ley, y asimismo su fuerte oposición expresada en Gálatas, contra aquellos judaizantes que querían imponer algunos elementos de la ley de Moisés a los gentiles convertidos al cristianismo. El Doctor anglicano John Macquarrie llega a la conclusión que Lutero observó estas oposiciones en términos extremos: por un lado, un judaísmo fuertemente legalista, en el cual la salvación debía ganarse por medio de buenas obras en obediencia a la ley; y por otro lado, el cristianismo, como una religión de gracia en la cual la redención ha sido ganada para nosotros por medio de la cruz, y la salvación se nos ofrece como un don gratuito sin importar las obras. Para entender esta postura teológica es importante que debamos reconocer que la exégesis que hizo Lutero de la Epístola a los Romanos, la desarrolló como una polémica en contra de la Iglesia Católica Romana de principios del siglo XVI, a quien él equiparaba con el judaísmo legalista, en contraste con la religión reformada a quién equiparaba con la gracia.
Sin embargo en la teología arminiano-wesleyana que da sostén a la Teología Metodista hay lugar tanto para la Gracia Divina como para el esfuerzo humano, para la iniciativa divina y para la aceptación humana y su respuesta activa, como ya se ha visto en el presente escrito. La Gracia de Dios viene primero, despierta y permite la respuesta humana, pero esta iniciativa por la gracia no convierte a la respuesta humana en superflua o sugiere que los cristianos estén de ninguna manera exentos del imperativo de dar “dignos frutos de arrepentimiento” (Lucas. 3:8). El ser humano ha sido creado por Dios, quien le ha dado alguna medida del don de la libertad y por lo tanto le ha hecho responsable de su propia vida (aunque aceptamos que existen límites a su libertad y por lo tanto su responsabilidad también es limitada). Pero también ningún ser humano puede obtener una plenitud de vida valiéndose del esfuerzo que no esté auxiliado de la gracia divina.
Estoy de acuerdo con el Dr. John Macquarrie cuando afirma que, mientras que los teólogos que sostienen la sola gratia han concentrado su atención en algunos pasajes de las Sagradas Escrituras, existen también otros pasajes, precisamente en los escritos de la propia escuela paulina, en los que se reconoce claramente la acción de la cooperación humana en la obra de salvación. Es Pablo quien, inmediatamente después de su himno de alabanza a la obra redentora de Cristo, continúa su discurso a los creyentes cristianos “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” Filipenses 2.12, 13. Este pasaje paulino, que fue la base para el Sermón 85 de Juan Wesley como ya vimos, expresa claramente, que la obra de Dios y la respuesta del ser humano se entrelazan en la Via Salutis. En otra epístola de la escuela paulina dice: “Así pues, nosotros, como colaboradores[29], suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios” (2 Co. 6.1). Este pasaje es incompatible con cualquier doctrina que postule la salvación por la sola gratia sin la respuesta humana. pues la expresión “no recibáis en vano la gracia de Dios” afirma que el ser humano debe responder a la Gracia Divina de forma responsable.
Además del material paulino, tengamos presente la Epístola de Santiago.
Hermanos míos,¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les daís las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”
Stgo.2.14-17
Lutero estaba tan disgustado con esta carta, que incluso creyó que no debió aceptarse como parte del canon neotestamentario. A primera vista le pareció inconsistente con la postura paulina ya que hizo contrastar al legalismo judío con la libertad cristiana, y así también buscó encontrar un contraste paralelo en la oposición entre el catolicismo romano y el protestantismo. Entre una salvación por medio de obras meritorias y una salvación sin relación con las obras.
Mientras tanto Juan Calvino, el reformador francés del siglo XVI impactó a gran parte de la teología protestante con el desarrollo de la doctrina de la predestinación de los elegidos[30] (y por lo tanto de una predestinación para los no elegidos a la condenación). Con ello la postura monergista se afirmó dentro de la teología protestante y reformada. No obstante dentro de los propios reformadores encontramos una postura distinta a este monergismo.
La “mano derecha” de Martín Lutero, Philip Melanchthon[31] con frecuencia ha sido señalado que sostuvo una doctrina sinérgica y por ello algunos hasta lo han acusado de haber traicionado la causa luterana y de haber trastornado incluso la doctrina clave de la justificación sólo por la gracia sin la intervención humana. Lo que sucedió es que en base al estudio de las Sagradas Escrituras y la teología Melanchthon no pudo aceptar que el ser humano no tuviera participación en su salvación. Él se negó a creer que: “Dios te rapta en un arrobamiento algo violento, por lo que tienes que creer, quieras o no.”[32] Además sostuvo que el Espíritu Santo no actúa en un ser humano como si ésta fuera una estatua, una pieza de madera o una piedra inerte. Él sostuvo que la voluntad humana juega una parte en la redención, así como la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios.
Esta postura para una parte de los metodistas hoy día nos podría parecer simplemente de sentido común, pero en el tenso ambiente de la época de Melanchthon, en la Reforma Protestante del siglo XVI, en plena ruptura con el Catolicismo Romano, se necesitaba mucha valentía y firmeza para afirmar algo así, por lo que provocó furiosas réplicas de otros luteranos. Con la postura de Melanchthon podemos mostrar que inclusive en lo más profundo de la teología luterana, se hizo un esfuerzo por encontrar un lugar aceptable para el sinergismo o la colaboración entre Dios y el hombre en la obra de salvación. En el siglo XX otro luterano, Dietrich Bonhoeffer haría aportaciones valiosas sobre la relación entre la fe y la obediencia del ser humano y como se relacionan entre sí.
Esta tensión también la afrontó Juan Wesley en la Inglaterra del siglo XVIII, esto se deja ver en su tratado: “La Predestinación: Una reflexión desapasionada” en él contesta a aquellos que piensan que el ser humano no colabora en la historia de la salvación:
Si ustedes dicen: “Le atribuimos sólo a Dios toda la gloria por nuestra salvación”, yo les respondo “Nosotros también lo hacemos”. Si ustedes añaden “Afirmamos que Dios hace todo el trabajo solo, sin que el ser humano se ocupe de nada”, bueno, en cierto sentido, nosotros aceptamos esto también. Aceptamos que la justificación, la santificación y la glorificación son sólo obra de Dios, y que las tres comprenden la totalidad de la salvación. Mas no podemos aceptar que el ser humano sólo puede oponer resistencia, y que no puede colaborar con Dios, o que Dios obra para nuestra salvación de manera tan excluyente que no deja espacio alguno para la acción del ser humano. Tal cosa no me atrevo a afirmar porque no puedo probarla con ningún texto de las Escrituras. Es más esto contradice abiertamente a las Escrituras, ya que ellas manifiestan que, después de haber recibido el poder de Dios, debemos ocuparnos de nuestra propia salvación, y que luego que Dios comenzó su obra en nosotros, debemos colaborar con él.[33]
No cabe duda que Wesley sostenía el sinergismo[34], en el sentido de que el ser humano es colaborador con Dios en su propia salvación, por supuesto que no en partes iguales, pero sí al ser responsable de su salvación. Desde el primer momento en que la gracia divina irrumpe en la vida humana, ya que de Dios es la iniciativa, se requiere una respuesta de fe.
Por ello la doctrina wesleyana acepta como condición lógica que la salvación puede llegar a perderse, el cristiano puede crecer en la Gracia pero lo cierto es que también puede decrecer de ella. En este tratado teológico a la pregunta, de que si un cristiano puede llegarse a perder eternamente, Wesley está consciente de las dificultades que son imposibles de resolver con el solo uso de la razón y por ello partiendo de las propias Escrituras concluye que sí es posible que un cristiano se pierda eternamente[35]. Por ello es que sumamente necesario que el ser humano colabore en su salvación de forma activa, debe permanecer en la fe, pero no en un sentido pasivo o estático si no de una forma dinámica, el Doctor Rui de Souza Josgrilberg[36] en una de sus clases[37] ejemplificó a la salvación como el andar en una bicicleta, la única manera de mantenerse en vertical es el avanzar, parar la marcha significaría caer. De la misma forma hay que crecer en la vida cristiana si se desea seguir siendo cristiano porque de no hacerlo no sólo no creceríamos sino que retrocederíamos en el camino cristiano. Jesucristo dijo: Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen; yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10.27-29). Muchos sólo han enfatizado en el que nadie arrebatará de la mano de Jesús a sus ovejas, pero nótese que hay condicionantes en ello, el que las ovejas escuchen la voz de Jesús y que le sigan, si lo hacen así no caerán jamás ni nadie las arrebatará de su mano.
Este énfasis teológico[38] en nuestra doctrina wesleyana en México se le ha relegado a un segundo plano o incluso se le ha desconocido como si fuera una especie de herejía. Desde que los misioneros protestantes (pincipalmente provenientes de los Estados Unidos de América) llegaron se fomentaron la separación con la teología Católico Romana y sus prácticas. Los protestantes, evangélicos y dentro de ellos los metodistas mexicanos tomaron el mismo camino y por ello no es de extrañar que cualquier insinuación de rescatar el énfasis wesleyano de la colaboración humana en la salvación para muchos protestantes, evangélicos e incluso metodistas acostumbrados a esta hermenéutica , les parezca que se está traicionando a la Sola Fide, y que en lugar de ello se predica una salvación por medio de las obras.
IV.- TEOLOGÍA WESLEYANA, TEOLOGÍA DE LA ESPERANZA RESPONSABLE
A) UNA ESPERANZA QUE LLEVA AL CRISTIANO A LA ACCIÓN
Bien escribe el Doctor José Miguez Bonino en su documento “Justificación, Santificación y Plenitud”[39] que de primera instancia Wesley parece ubicarse fuera del protestantismo por su énfasis en la responsabilidad humana, sin embargo lo cierto es que Wesley no imagina una operación humana autónoma aparte de la obra de Dios. El problema más bien se da en que los reformadores no advirtieron que introdujeron una dicotomía muy peligrosa, cuyas graves consecuencias no tardaron en hacerse sentir. Por una parte la acción de Dios y la humana fueron planteadas como “simétricas” y contrapuestas. Para afirmar la acción de Dios se descalificó a las acciones humanas y así lo que se quiso decir como la salvación “no por las obras” vino a ser “aparte de las obras” o cuando no “a pesar de las obras”.
Míguez Bonino asevera que este deslizamiento fue el que horrorizó a Wesley en el quietismo de los moravos y que hoy día impregna a gran parte del protestantismo moderno e incluso al propio metodismo en América Latina. Por ello el protestantismo muchas veces ha caído en la “Gracia Barata” que el luterano Dietrich Bonhoeffer hubo de denunciar. Este “monergismo” del protestantismo clásico no “sólo relativiza sino que trivializa la acción histórica por la justicia y la paz, transformándola en un ejercicio de valor derivativo, transitorio, intrascendente, la creación de un mero escenario donde ocurre lo verdaderamente importante [para ella teología, es decir la mera] — salvación del “alma”. [Un] escenario destinado a desaparecer[40].
Para este mundo enajenado, y especialmente para nosotros en América Latina, la teología wesleyana ofrece valiosos aportes a la redignificación del ser humano a la luz de la Palabra de Dios, a la práctica de la justicia, la construcción de la paz, es decir en pocas palabras al extendimiento del reinado de Dios.
La naturaleza y la historia humana no son entonces sólo una especie de escenografía de fondo o accidentes circunstanciales en donde se lleva a cabo la obra salvífica de Dios. Sino que son elementos sustanciales. En la esperanza Jesucristo es el gran “hoy” de Dios y por ello el cristiano debe actuar en este mundo para transformarlo.
Esta concepción es en sí liberadora ya que con esta visión el ser humano no es un objeto sino un sujeto en la historia humana. Así Wesley es pesimista del ser humano por naturaleza, ya que todo ser humano está caído por el Pecado Original pero optimista por Gracia, ya que aunque la imagen de Dios en cada ser humano está deformada no está completamente perdida gracias al amor de Dios, lo que nos da cierta conciencia y cierta medida de Libre albedrío. Ahora bien esta Gracia Preveniente está actuando en todo ser humano de cualquier parte del mundo sin importar su condición económica, social, ideológica e incluso religiosa.
Si bien en el inicio de la Gracia Preveniente el Espíritu Santo está en acción sin que intervenga en un primer momento la conciencia humana, este activa los sentidos espirituales inactivos e insensibles de modo que ellos se vuelven capaces de funcionar dentro de la imagen restaurada de Dios para recibir y reflejar los sentidos espirituales.
Sobre el Espíritu Santo Wesley escribió:
Por la fe sé que el Espíritu Santo es el dador de toda vida espiritual; de rectitud, paz y gozo; de santidad y felicidad, mediante la restitución de la imagen de Dios según la cual hemos sido creados[41].
Es de resaltar que la teología wesleyana es una teología de la Esperanza que afirma que el Espíritu Santo también trae felicidad y gozo a nuestras vidas. Esta afirmación es de por si esperanzadora y liberadora.
El monergismo trivializa la acción del cristiano en la historia humana y puede llevarlo al conformismo, dejar que las cosas continúen como están porque lo importante sólo es el cielo mientras en la tierra hay dolor e injusticia. El sinergismo wesleyano también tiene una esperanza en la acción escatológica de Dios, pero en esa espera responsabiliza al cristiano y lo impele a un compromiso social esto también como resultante de la doctrina de la santificación y la perfección cristiana. Sobre el compromiso social en el wesleyanismo a través de los siglos hay muchos tratados que son conocidos seguramente por el lector. Podemos ver entonces que el papel de la Iglesia es el de transformar en vez de sólo soportar el mal que existe.
B) UNA ESPERANZA VIVA POR LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO
Una vez que hemos hecho algunas precisiones ahora el lector pudiera caer en la tentación de equiparar la acción de Dios con la participación humana, lejos esté de ello. A mi parecer muchos de los tratados teológicos de las últimas décadas en su afán por responsabilizar al ser humano de su propia historia han cometido claros excesos como si Dios fuera incapaz o de plano se abstiene de participar en la historia y todo se convirtiera en un asunto humano.
Ante esta tentación de convertir la esperanza en un acto meramente humano baste tener presente la Primera Carta de Pedro 1.3:
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
Uno de los efectos de la resurrección del Señor Jesucristo es que por su misericordia nos ha dado una nueva vida, nos regenerado para una Esperanza viva, una esperanza para el aquí y el ahora. Esto tiene claras implicaciones pastorales en un mundo en donde hasta las iglesias cristianas no hemos reflejado la luz de Cristo como debiésemos hacer, en donde en lugar de gritar el mensaje profético y de esperanza hemos preferido guardar silencio. En donde a decir verdad en algunos casos el pueblo cristiano ha dejado de dar un buen testimonio.
Está claro que hay numerosos pasajes en las Sagradas Escrituras que aportan a los temas escatológicos y claro que basados en ellos existe una escatología wesleyana, por cierto poco conocida. En ella encontramos la esperanza de que en la nueva creación no habrá más pecado, ni miseria, ni debilidad ni muerte y que todo ello será gracias a la acción de Dios. Baste leer el sermón 63 “La Expansión del Mensaje del Evangelio” de Juan Wesley escrito en 1783:
Dios ya está renovando la faz de la tierra. Y tenemos poderosas razones para esperar que la obra que comenzó la continuará hasta el día del Señor Jesús, y que jamás interrumpirá la obra bendecida por su Espíritu hasta que haya cumplido todas sus promesas. No lo hará hasta que haya puesto fin al pecado y a la miseria, a la debilidad y a la muerte; hasta que haya reinstaurado la santidad y la felicidad en todo el mundo, haciendo que todos los habitantes de la tierra canten a una voz: ¡Aleluya, el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! ¡La bendición y la gloria y la sabiduría, y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos!
Está claro que Dios en el presente ya está renovando a su creación en el presente y que continuará en ello. La esperanza final es que Dios reinstaure la santidad[42] y notemos que la felicidad será en toda la nueva creación incluyendo a la naturaleza, la cual será renovada. Este elemento gozoso impregna toda la teología wesleyana.
En el Sermón 64 “La Nueva Creación” Wesley escribió:
Este horrible estado de cosas presente pronto llegará a su fin. En la nueva tierra ninguna criatura matará, lastimará o hará sufrir a otra. El escorpión no tendrá aguijón venenoso ni la serpiente veneno en sus colmillos. El león no tendrá garras para despedazar al cordero ni dientes para triturar su carne y sus huesos. Ninguna criatura, ninguna bestia, ave o pez sentirá la necesidad de lastimar a otro. La crueldad habrá desaparecido, y las conductas salvajes y violentas serán olvidadas. No se escuchará más acerca de la violencia, ni se verá desgaste o destrucción sobre la superficie de la tierra. Morará el lobo con el cordero (estas palabras pueden interpretarse tanto en sentido literal como figurado) y el leopardo con el cabrito pacerá. No harán mal ni dañarán, desde la salida del sol hasta su ocaso.
Pero lo más glorioso de todo será el cambio experimentado por los seres humanos, pobres y desdichados pecadores.[…] Pero escucharán una gran voz del cielo que les dirá: «He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios». A partir de lo cual surgirá un estado de total santidad y felicidad, muy superior al que disfrutó Adán en el paraíso. ¡Con cuánta belleza y afecto lo describe el apóstol! Dios enjugará toda lagrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Como no existirá la muerte, ni el dolor o la enfermedad que la preceden; como no habrá más sufrimiento o separación de nuestros amigos, tampoco existirán la pena y el llanto. Pero habrá una liberación mayor aún: la inexistencia del pecado.
Y coronándolo todo, una profunda, íntima y permanente comunión con Dios, y una constante comunión con el Padre y su hijo Jesucristo, mediante el Espíritu. ¡Disfrutar continuamente de la presencia del Dios Trino y de todas sus criaturas![43]
Aquí volvemos a mirar que ni siquiera la naturaleza es un mero telón de fondo donde se desarrolla la salvación como si fuese sólo el escenario de una obra, ya que ella misma será renovada por la acción de Dios. ¿No es maravilloso este aporte teológico a la ecoteología actual? ¿No debe esto inspirarnos también a ser más responsable en nuestra mayordomía con la naturaleza? La esperanza wesleyana tiene como meta una total y plena comunión de Dios con el ser humano y todas sus criaturas.
V.- UNA PASTORAL DE ESPERANZA
Conclusión
En medio de una sociedad que experimenta los efectos del pecado en sus diversas manifestaciones, que hay desintegración familiar y que sufre depresión y desesperanza la Teología Wesleyana es un faro en medio de esta oscuridad, ya que claramente es una Teología de la Esperanza responsable. La cual nos impele a los cristianos a no quedarnos pasivos ante nuestra realidad sino que nos lleva a modificar éticamente las estructuras de maldad.
Pero la Esperanza también nos lleva a tener Fe en el Amor de Dios que si ha actuado en el pasado, es prenda para tener la convicción de que su Gracia está con nosotros en el presente y lo estará en el futuro. No puede haber Esperanza sin la Fe en Cristo, puesto que se enraiza sólo en Él. La Fe si la Esperanza sería vacía y lastimosa. El Amor le da sustento a la Fe y a la Esperanza pero no puede vivir si ellas (1 Corintios 13.13)
Las implicaciones derivadas de esta teología wesleyana son muchas en los diferentes ámbitos de la vida, incluyendo las pastorales, como ya lo hemos mencionado la teología metodista es optimista por la gracia de Dios. Pero no es un optimismo quietista y pasivo, es un optimismo que nos impele a actuar y a colaborar en construir elementos de vida ahora en este mundo alienado donde hay muchos signos de muerte, dolor y desesperanza.
Por ello ya podemos contestar otra de las preguntas con las cuales iniciamos este trabajo: ¿Cuál es la misión de la Iglesia de herencia wesleyana ante estos momentos que vive nuestra sociedad mexicana, latinoamericana y caribeña en general? Es sin duda por una parte llevar a cabo la tarea profética de denuncia del pecado, de la injusticia y de la opresión; también es la participación responsable en la construcción de una sociedad más justa de acuerdo a los valores éticos del reinado de Dios. Es también la tarea sacerdotal de interceder ante el Señor por el pueblo, administrar los Sacramentos y promover los Medios de Gracia. Y por supuesto también llevar a cabo con amor y constancia la tarea pastoral de dar ánimo, fortaleza y consuelo anunciando que si bien el ser humano es colaborador con Dios, el Señor sigue siendo el Dios de la Historia y que el Él radica nuestra Esperanza.
Esta Pastoral de Esperanza responsable es primordial en estos tiempos por ello se espera ejercerla con toda consagración al Señor que nos llamó a cuidar de la grey, con toda dedicación, responsabilidad, amor y ética pero también con la capacitación necesaria para desarrollarla adecuadamente. En donde lo/as propios pastore/as y consejero/as reciban atención y pastoral.
La cita de Wesley con la cual comencé este trabajo es un clamor para aquellos cristianos que titubean al ver tantos signos de maldad y desean bajar los brazos en su lucha: “Contra esperanza cree en la esperanza”. A pesar de que por momentos todo parezca oscuro debemos creer y trabajar por el Señor. Ciertamente Él cumplirá todas sus promesas.
La invitación nos la da el propio Señor en Romanos 12.12,13:
En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
Está claro que es lo que el Señor nos pide y nos capacita a ser y hacer. Pero nunca olvidemos mantenernos unidos gozosos en la Esperanza.
[1] Sermón 22 El Sermón de la Montaña II págs. 50,51
[2] En los últimos años de la primera década del siglo XXI
[3] En el año 2000 la tasa de desempleo abierto de la población económicamente activa llegó al 2.17%. En 2009 la tasa es e 5.4 %. En el mes de junio de 2009 hay más de 2.3 millones de desempleados.
[4] Con lo que para muchos fue un fraude electoral que finalmente llevó otros seis años al partido conservador y aliado de la Iglesia Católica Romana a la Presidencia de la República
[5] En un 46%
[6] El frijol, el atún, y otros alimentos de la canasta básica aumentaron del 80 al 120%. La tortilla la cual es un alimento básico para el mexicano subió en 136%
[7] En 123%
[8] En 274 %
[9] Como lo indican los informes hasta junio del año 2009. México se está preparando para un nuevo brote en los meses de invierno. Hasta el 25 de junio de 2009 hay un total de 9028 casos confirmados y 119 defunciones confirmadas. Datos según el Informe de la Secretaría de Salud del 25 de junio de 2009
[10] En Estados Unidos hay 21,449 casos, en Canadá 6450, Chile 4315, en Argentina 1213 siendo estos los países más afectados en América según datos de finales de junio de 2009.
[11] Los diferentes niveles de gobierno tomaron la decisión de cerrar escuelas, restaurantes, cines, lugares de esparcimiento masivo como estadios a medida que la emergencia disminuyó las cosas poco a poco volvieron a la normalidad.
[12] A pesar que la Organización Mundial de la Salud no lo recomendó algunas naciones recomendaron a sus ciudadanos no visitar México, e incluso alguna suspendió sus vuelos. En varios países el trato que se les dio a los mexicanos fue vejatorio y discriminatorio. Paulatinamente esta situación se ha normalizado.
[13] También en base a estudios afirman que en fases más avanzados puede deberse a un desequilibrio bioquímico del cerebro en el que participan dos neurotransmisores: serotonina y norepinefrina de allí que esta enfermedad debe tratarse con la atención adecuada.
[14] En los últimos cuatro años en México ha crecido entre un 12% y 15% la venta de fármacos para tratar la depresión y la ansiedad atribuidas al estado de estrés y de preocupación constante derivados de las dificultades económicas, entre otros factores. Dato proporcionado por la Asociación Nacional de Farmacias de México (Anafarmex) en el año 2009
[15] La juventud mexicana de entre los 15 y 19 años de edad le teme a la vida. El 45.2% de las mujeres y el 35.7% de los varones consideran a esa edad que su vida es un fracaso. El 62% de las adolescentes dejan de comer por tristeza; el 61.5% de mujeres está deprimida, contra el 47.2% de hombres. El 42.6% de niñas cree que no vale la pena vivir, y el 28.7% de niños no le encuentran sentido a su existencia. Entre el 84.9 y el 62% de estudiantes viven con miedo y temor a casi todo, incluyendo a las personas adultas y sus opiniones. Más de la mitad de jóvenes no pueden comunicarse con su madre y padre, y casi la mitad aseguran que son incapaces de mostrar sus afectos en casa. Además casi el 40% nunca les cree a sus padres. Son datos arrojados por la Primera Encuesta Nacional de Exclusión Intolerancia y Violencia elaborada por la Secretaría de Educación Pública.
[16] Lo mismo que el complejo de Adán pero al revés
[17] Aquí tomo varios elementos del documento “Juan Wesley y su experiencia con el Espíritu Santo, Sinergia e Implicaciones Sociales” de mi autoría compartido en 2005
[18] El Espíritu Santo en la Tradición Wesleyana, Graded Press: Nashville, Tennessee, 1988 p. 44
[19] Responsible Grace, John Wesley’s Practical Theology, Kingswood Books, Nashville, 1994 Maddox. R. pp. 23, 24
[20] Aclarando que no es lo mismo que pelagiano ya que los pelagianos sostienen que el ser humano cuando nace lo hace en condición de neutralidad sin el Pecado Original y que son sus propias acciones quien lo llevarán a la salvación o a la perdición. Wesley si creyó en la doctrina del Pecado Original, lo que indica que de ninguna manera fue pelagiano.
[21] La palabra “sinergia” es el término teológico usual para el punto de vista que estamos sosteniendo de que la salvación humana no se lleva a cabo ni por los esfuerzos humanos sin ayuda de Dios, ni tampoco por un acto de Dios que esté enteramente fuera del hombre, sino por un sinergismo o colaboración, en el cual, por supuesto, la iniciativa y peso recaen de lado de Dios, pero la contribución humana también es necesaria y no puede dejar de tomarse en cuenta.
Aunque aclaramos que esta colaboración no se da a partes iguales. Ya que Dios siempre tiene la iniciativa.
[22] Aquí tomo algunos elementos del documento inédito “Sinergia” de mi autoría elaborado en 2004.
[23] El Espíritu Santo en la Tradición Wesleyana, p. 47
[24] Lucas 8.18
[25] Aquél que nos creó sin nosotros, no nos salvará sin nosotros
[26] 1 Timoteo 6.12
[27] Líder principal de la Reforma Protestante del siglo XVI
[28] Aquí tomo algunas ideas del doctor anglicano. John Macquarrie
[29] La palabra “colaboradores” es traducción del vocablo griego συνεργουντες (synergountes), de la cual se deriva la palabra sinergismo en español.
[30] No menos rigurosa que la de San Agustín.
[31] Quien además de Lutero fuera el principal teólogo de la reforma luterana.
[32] P. Melanchthon, Loci Communes (OUP, 1965), p xiii.
[33] La Predestinación: Una reflexión desapasionada. Págs. 317, 318 Tomo VIII
[34] Así lo aseveró también Albert Outler uno de los más reconocidos teólogos wesleyanos estadounidenses del siglo XX
[35] Reflexiones acerca de la perseverancia de los santos. Pág. 396 Tomo VIII
[36] Rector de la Facultad de Teología de la Universidad Metodista de Sao Paulo, Brasil
[37] En sus clases de Teología Metodista en la Especialización de Estudios Wesleyanos
[38] Este énfasis teológico también tiene como partida que Wesley no procura enfatizar en alguno de los atributos de Dios como el central, como el de su soberanía como hizo Calvino, sino que procura hacer un equilibrio entre ellos,
[39] Publicado en el libro: La Tradición Protestante en la Teología Latinoamericana. Editor José Duque. DEI: San José de Costa Rica, 1983 p. 247
[40] Ibid, p. 251
[41] Works, Volumen VII, p. 203
[42] Para Albert Outler la renovación de la imagen de Dios es el eje de la soteriología wesleyana.
[43] Sermón 64 “La Nueva Creación” pags. 28-30